lunes, 28 de julio de 2014


        Ring… ring… ring…
       -Qué raro, el teléfono a estas horas… ¿Sí?
       -Buenos días, desgarramantas, soy Circe.
       -¿Perdón…?
        -Sí, hombre, sí, la diosa Circe. ¿Qué haces?
       -Pues aquí, escribiendo la entrada de hoy.
       -¿Y de qué va?
       -De Sócrates, el filósofo griego, ya sabes.
       -Pues claro que lo sé. En un gran amigo mío. Pero deja ese tema para mañana porque te llamo para darte el mismo consejo que le di a Ulises y a sus camaradas. Bueno, a Odiseo, que no sé por qué os empeñáis en llamarle Ulises cuando en realidad se llamaba Odiseo, que de ahí Homero tituló a su magna obra La Odisea. Para mí, Ulises solo es en de Joyce. Y eso por no hablar de Jasón y los Argonautas…


       -No entiendo nada.
      -Bueno, es normal dado que tu nivel intelectual está a la altura del de las iguanas. Pero, en fin, al turrón: que soy la diosa Circe, aunque se empeñen en llamarme hechicera, y te llamo para advertirte: tapónate con cera los oídos.
       -¿Por qué?
       -Porque así como se lo aconsejé a Ulises para que no pudiera escuchar el horrible y peligroso canto de las sirenas, a ti te lo aconsejo para que no puedas escuchar a Bisbal, que ya sabes que los cantantes atacan mucho más en verano.


       -Mujer, lo de horrible en Bisbal, pase, pero lo de peligroso…
   -Bueno, pudiera pasar que, hipnotizado por su ritmo y movimientos epilépticos quisieras imitarle y acabaras con una cadera rota.
       -No, si lo ves así…
       -Pues claro que lo veo así. Ulises hasta se ató al palo mayor de su nave. Mira, si hasta era tema artístico en la antigua cerámica griega.

 

       -Lo que pasa es que aquí, en lugar de poner a las sirenas como mujeres-pez tentadoras las ponían como arpías, pajarracos que, la verdad, no creo yo que cantaran muy bien. Así que tú, en su defecto, publica los Breverismos y átate a la pata de la cama.


Breverismos


427)  ULISES   
Algún día tenía que llegar el final, pensó Ulises.
Así que clavó su espada en tierra, arrojó el yelmo todo lo lejos que le permitieron sus fuerzas, tiró al suelo la coraza y el escudo que habían protegido su cuerpo durante tantos años… y desnudo y derrotado (sin que nadie le hubiera vencido) se sentó a la orilla del mar en el extremo más apartado de Ítaca para contemplar el sol que se perdía tras la línea del horizonte, allá donde empezaba el mundo tantas veces por él recorrido.

4861) A OÍDOS SORDOS…
Por más que se desgañitaron cantando las sirenas no consiguieron atraer el barco hacia los peligrosos arrecifes. Ser sordo tiene sus ventajas –dijo el capitán, a quien no le hizo falta taponarse los oídos con cera, como tuvo que hacer la tripulación del barco de Ulises.

5828)  ULISES ENCERADO
Ulises hizo bien en taponar sus oídos con cera para no oír el canto de las sirenas, ya que cantaban fatal.

-Bueno, ya está. Breverismos publicados y yo atado a la pata de la cama. ¿Circe? ¿Oye…? Vaya, me parece que ha colgado. En fin, aquí me quedo, no amarrado al duro banco, como aquel, sino… en fin: a ver si localizo a la diosa y el lunes os contaré. 
Buen finde…
      

       -Y ya, de paso –¡Pero menudo paso!- aquí tenéis nada menos que La Odisea, el poema épico compuesto en 24 cantos por Homero, escrito allá por… bueno, hace muchos siglos. Muy, muy recomendable, que hay ediciones muy sencillas de leer.
       Como también recomiendo la película que hemos visto mil veces, pero en fin.


       Estrenada en 1954, con un Kirk Douglas con la testosterona a tope, que para eso tenía treinta años. Es una película muy lograda, para la época. Buen momento para recordarla. Y buena ocasión para recordar a Silvana Mangano en el papel de la dulce y perversa Circe, que muy bien se pueden ser las dos cosas (a mí no me importaría nada dejarme hechizar por una bruja así).


       En fin, el lunes, si consigo desatarme, pues más.



2 comentarios:

  1. Ring…ring…ring…
    -¿Isa? Aquí las sirenas. Chica cuánta leyenda. Tanto canto, tanto canto, pues mira no, que aquí cada una entona como puede. (Calla Diana Kroll, que sí,que estoy dejando las cosas claras) Como si tuviéramos nosotras la culpa de todo. Que nadie calienta una oreja ni ninguna otra parte que no quiera previamente ser calentada. Y ese hombre fuerte que se sujeta los machos para no caer en las garras de las arpías, otra leyenda. Que no son los hombres en general ejemplo de fuerza y mucho menos de autocontrol. De hecho si no es con cera y cuerdas se quedan en nada y a la deriva. ¡¡¡¡Ay chica!!!!, que entre unas cosas y otras acabamos siempre en el infierno.
    Díselo al marinero del blog para que tome nota. Por cierto bloguero ¿tenemos o no tenemos ombligo?
    Bueno Quino pues nada, he transcrito la conversación tal cual se ha desarrollado. No me han dejado decir ni pío. Hasta mañana jueves.
    Un beso
    Isabel

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    1. Recibido beso y ombligo, que lo de la cera era cosa de Homero y de Odiseo, que lo mejor de las sirenas es caer en sus brazos y que te fustiguen con su cola de merluza (lado masoca). De eso sabía los piratas, mucho más viriles que el que se tapaba los oídos con cera, que así lo dice la canción.

      Ah, la del pirata es la vida mejor,
      se vive sin trabajar,
      cuando uno se muere con una sirena
      se queda en el fondo del mar.
      ¡Siiiiiiiiii, se queda en el fondo del mar!

      Besos marineros sin cera en los oídos, con perdón
      Quino

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