martes, 16 de julio de 2013

BREVERISMOS. MARTES 16 DE JULIO DE 2013

Este año se cumple el cincuentenario de la publicación de un libro excepcional: Rayuela, obra del escritor, periodista y traductor Julio Cortazar (1914-1984). 
        Argentino de corazón e idioma aunque nacido en Bélgica y nacionalizado francés, siempre escribió en español si bien su libro, sus libros, fueron traducidos a todos los idiomas cultos del planeta, especialmente Rayuela que se convirtió en el libro referencia de una generación. Cortazar fue un autor original e innovador, maestro también del relato corto. Un escritor que escapa a cualquier clasificación cuya obra avanza paralela al tiempo, también autor de relatos de los que hablaremos en su momento, aunque os recuerdo que ya os había recomendado su cuento largo titulado El Perseguidor, sobre el gran saxofonista de jazz estadounidense Charlie Parker.



Leí Rayuela con pasión, que es como hay que leer los libros que te enganchan desde la primera página. Extraño, desconcertante y misterioso, Cortazar rompía con todo lo establecido ya no solo por el tema –que también- sino porque la novela podía leerse como todo libro clásico –de delante hacia atrás- pero también de atrás hacia delante. Y no solo eso, sino también siguiendo un orden establecido por el autor, que adjuntaba en el mismo libro una plantilla con los números de los capítulos mezclados entre sí para que los leyeras saltando de uno a otro aparentemente sin orden ni concierto, cuando lo cierto es que estaban muy bien seleccionados, ordenados y concertados.
     Además, todos estuvimos enamorados de La Maga, su protagonista.


Esta es la portada de la edición de Editorial Sudamericana, de 1963, que guardo en mi biblioteca como un tesoro ajado por el paso de los años y las varias y manoseadas lecturas. Llegó a mis manos en 1968 y en mayo, cuando en París tirábamos ejemplares de Rayuela a la policía, en lugar de piedras (sí, yo fui uno de los 3.758. 478 españoles que presumimos de haber estado en el llamado Mayo Francés… pero yo de verdad, aunque eso es lo que dicen todos).


¡Aaaaah, qué placer! Allí estábamos, en las barricadas, codo con codo, con miles de ejemplares de Rayuela preparados para dispararlos contra la policía que, desconcertada, (a la policía en cuanto le arrojas un libro a la cabeza no sabe qué hacer) no sabía si leerlos (improbable) o retirarlos a patadas (más que probable).


Ahí estoy yo, como bien podréis ver… bueno, la verdad es que bien, lo que se dice bien... que también es mala suerte poder pasar a la posteridad revolucionaria y que el periódico que esgrimía mi amiga Mimí La Fontaine me tape la cara. Pero en fin, prueba de mi presencia en el llamado Mayo del 68 sí que es. Además tenéis mi respetada palabra, que imagino que será suficiente. ¿Ah, no? 
          En fin...

Pedíamos lo imposible y, por supuesto, no nos lo dieron… por la sencilla razón de que a quienes nada dan lo que hay que hacer es quitárselo.
      Me dice un amigo -que como todos los que dicen que estuvieron en París en la fecha citada, él tampoco estuvo- que soy un soñador, que ahora la juventud en lugar de libros tiraría litronas. Y yo le contesto que ahí están mis amigos los Indignados para demostrar lo contrario.
En fin, al turrón, que procuréis releer esta maravillosa novela por la que no pasa el tiempo –al menos los cincuenta años que han pasado- y que aquellos que no la hayan leído que lo hagan este año, buena ocasión para celebrar un gran acontecimiento literario. Rayuela es un libro para leerlo despacio, tranquilamente, sin prisas… ahora que la cultura de la inmediatez, del deprisa-deprisa y del usar y tirar también ha llegado a la literatura.

Breverismos literarios

4166)  ÉXITO AGOTADOR
El esfuerzo del poeta por alcanzar el éxito fue tan agotador que cuando al fin lo consiguió no tuvo fuerzas para disfrutarlo.

4172)  INMEDIATEZ
Empujado por la cultura de la inmediatez escribió sus Obras Completas a los dieciséis años, su biografía a los dieciocho exigiendo airadamente, además, el Premio Nobel a los veinte.

4190)  RESUCITAR
Al ver que la cultura de la ignorancia se abría paso a codazos, Cervantes y Shakespeare decidieron resucitar, para ver si…

No podréis quejaros, que hoy el blog ha sido cortito. Mañana más.












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