lunes, 17 de junio de 2013

BREVERISMOS. LUNES 17 DE JUNIO DE 2013

Se conoce como Negacionismo al rechazo absoluto de determinados temas,  aunque estén avaladas por prueba históricas o científicas contundentes.
     El Negacionista –generalmente personas fácilmente manipulables- ya tiene su idea hecha de antemano, y todo lo que lea o vea lo negará, o no, según se ajuste a sus inamovibles ideas.
Así que vamos allá con otro de los temas predrilectos de los negacionistas, unido a que en este caso no es ignorancia o fantasía lo que mueve la negación, sino el fascismo más soterrado y visceral.
Señoras y señores, la negación por excelencia: el Holocausto.
Aunque parezca mentira y en pleno siglo XXI todavía hay cerriles que siguen negando que se persiguió, encarceló, deportó y asesino en masa a millones de judíos europeos.
          Hoy, cuando se ha desclasificado toda la documentación referente a tan siniestro tema, los negacionistas se siguen aferrando a teorías de andar por caso -por supuesto indemostrables- para afirmar, sin el menor asomo de pudor, que el Holocausto no existió, que la persecución y matanza de judíos en toda Europa fue una invención de los Aliados para desprestigiar a los nazis y que la historia de los campos de exterminio y las cámaras de gas son pura leyenda. Aunque, eso sí, cuando se ven acorralados por alguien con los suficientes argumentos históricos en la mano reculan y dicen, “pero lo de los seis millones de judío muertos es una exageración”. A lo que yo contesto: aunque hubieran sido mil seguiría siendo un crimen execrable.
         Así que, vamos allá con un poco de Historia.


En toda Europa, tanto en la propia Alemania como en el resto de los países invadidos, se construyeron tres tipos de campos para prisioneros: campos de transito, de concentración y de exterminio.
         En los primeros se internaba provisionalmente a aquellos deportados que estaban a la espera de adjudicación de campo definitivo. Si el retenido era fuerte y sano iría sería destinado a un campo de concentración o campo de trabajo forzado, pero si era anciano, niño o mujer u hombre débil o enfermo era destinado a un campo de exterminio, donde era asesinado nada más llegar.
         Los ejércitos aliados, a medida que avanzaban, liberaban campos a la vez que trazaban un mapa de los mismos, especificando sus condiciones y características.  
         Los internados en estos campos eran los considerados enemigos del Estado alemán: comunistas, socialistas, socialdemócratas, liberales, gitanos, testigos de Jehová, homosexuales y todos aquellos acusados de comportamiento social anormal. Pero a partir de la anexión de Austria en 1938, las detenciones se centraron preferentemente en judíos alemanes y austriacos que fueron enviados a los campos de Buchenbald y Dachau. Pero fue a partir de la invasión de Polonia y el comienzo de la II Guerra Mundial cuando los campos proliferaron en los territorios ocupados comenzando el exterminio sistemático del pueblo judío.
         Si bien los campos de transito, concentración y exterminio fueron miles, solamente quiero dejar constancia de los campos de exterminio más importantes:
Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno, Lublin, Sobibór, Treblinka y Varsovia en Polonia.
Janowska en Ucrania, Jasenovac en Croacia, Ohrdruf (subcampos de Buchenbald) en Alemania, Maly Trostenets en Bielorrusia.


Entrada al campo de exterminio de Auschwitz con la siniestra leyenda: El trabajo os hará libres.

Cuando algún Negacionista –conozco a unos cuantos- me dice que por qué creo que se asesinaron a seis millones de judíos en la civilizada Europa, la respuesta es muy sencilla: se sabe porque los nazis eran los perfectos funcionarios. No solo en los campos, sino en las sedes de las SS, de la Gestapo, en las oficinas estatales regionales y todo archivo que se preciara había, por triplicado, listas de todos los detenidos y de los asesinados, con especificación de sexo, características raciales, religión y hasta la más pequeña señal que los caracterizara. Millones de fichas de las cuales, por muchas que consiguieran destruir al final de la guerra, muchas otras se recuperaron para aportar valiosa información del genocidio.

Pero, pensándolo bien, hasta aquí hemos llegado.
Todo esto lo sabe todo el mundo.
 Y como necesitaría 50 o 60 blogs para explicarlo medianamente bien, prefiero dar por hecho -y seguro que no me equivoco- que todo esto ya se sabe. Así que considero absurdo perder el tiempo refutando teorías que se desmontan por sí solas… y además se me está poniendo mal cuerpo con el tema. 
Solamente quiero añadir que los señores y señoras negacionistas lo son porque quieren serlo, puesto que no tendrían más que ir a la biblioteca más cercana a su domicilio para encontrar textos que echaran por tierra sus ideas neonazis. Documentos escritos por eminentes historiadores y Premios Nobel, y no por escritores de panfletos tendenciosos. Pero como imagino que una biblioteca no es lugar adecuado a su ignorancia les aconsejo que, tocando una simple tecla, entren en Internet, que hasta Wikipedia les informará exhaustivamente sobre el tema que se niegan a reconocer. Y si entran en Youtube no tiene más que poner en el buscador: campos de exterminio y verán la certeza documental de lo que se niegan a reconocer.

Por mi parte quiero recomendar dos documentales fáciles de encontrar en Youtube (a pesar de que hay cientos): As imagens secretas do Holocausto.Wmv, de Vadimir Nunes que dura 4,50 minutos; y el más largo e informativo –dura 59 minutos- titulado 1945: campos de concentración nazis (subtitulado) grabaciones originales, de Mauricio Reyes; son los documentos elaborados por las tropas estadounidenses a medida que iban liberando o visitando campos ya liberados.
Y entre los cientos de documentales y películas sobre este tema, solamente recomiendo dos: Shoah, del francés Claude Lanzmann  y la ya conocida por todos La lista de Schlinder, de Steven Spielberg.



Shoah es un documental de diez horas de duración -se puede ir viendo poco a poco- que fue rodado durante diez años y estrenado en 1985, apareciendo con subtítulos en español en 2003. Es un documento duro, frío, sin ningún tipo de concesión al espectador, sin banda musical ni imágenes de archivo. Presenta testimonios del Holocausto entrevistando directamente a verdugos, víctimas y testigos de los campos.
En cuanto a La lista de Schlinder, nada que añadir, puesto que al ser una película tan conocida habla por sí sola.


Por último, también entre los cientos de libros escritos sobre los campos de concentración y exterminio, recomiendo solamente dos: Las benévolas, de Jonathan Littell, editado por RBA en 2007. Libro duro y exhaustivo sobre la masacre en Polonia y la Unión Soviética. Excesivo pero recomendable. Y La deportación, que muestra, en fotos, el horror de los campos de concentración y exterminio.



Hoy el blog me ha salido muy largo, así que mañana publicaré solamente los tres Breverismos que no publico hoy.





3 comentarios:

  1. La Humanidad, pese a su dilatada historia, sigue albergando comportamientos poco "humanos" y, siempre, hay quien está dispuesto a masacrar a cualquiera que sea más guapo, más feo, más alto, o que piense en otro dios distinto al suyo. Lo preocupante es la facilidad con que son capaces de transmitir las ideas y la incultura que posibilita esa transmisión

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  2. Para el que no lo haya leído en "EL PAIS" La cineasta Margarethe von Trotta de 71 años dice :

    "A Margarethe von Trotta, la que fuera musa de Fassbinder, ex pareja de Volker Schlöndorf y brillante representante del conocido como nuevo cine alemán, no le gustan ni los silencios ni los olvidos. Bien conoce ella las dolorosas consecuencias de ese mutismo. Gafas naranjas, bufanda colorida en tonos azules y una melena rubia más que juvenil, la realizadora alemana hace gala, a sus 71 años, de unas firmes reflexiones. “Formo parte de una generación que no supo nada de lo que ocurrió en los años de la barbarie nazi. Nos enfrentamos a un silencio total por parte de nuestros padres. No fue hasta la década de los sesenta cuando de verdad empezamos a entender lo que había sucedido y la reacción contra nuestros padres fue muy dura. Es por eso que nació en nosotros una necesidad imperiosa por preguntar y saber...” Hace una pausa y continúa: “Aunque da igual lo que pienses o preguntes porque nunca acabarás de entender como pudo pasar aquelo, como determinada gente se pudo prestar a participar en aquella barbarie”.

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  3. Shoah -el documental- es espléndido; pero verlo es también una experiencia dura. Aun así, merece la pena.

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