martes, 23 de abril de 2013

BREVERISMOS. MARTES 23 DE ABRIL DE 2013


Cuando leí la noticia no podía creerlo: Aguilar de Segarra es un pequeño pueblo que está la Comunidad Autónoma de Cataluña, provincia de Barcelona, en el límite oriental, en la comarca del Bages. Pues bien, Aguilar de Segarra tiene 250 habitantes, según el censo de 2012 pero… 60.000 coches. Es decir, calculé, que cada vecino tiene… ¡¡240 coches!!
     Entonces pensé: ¡Es el pueblo más rico del mundo! Ni los americanos, ni los alemanes, ni la mismísima Merkel…
   Y allá me fui. Alquilé un modesto Ferrari Testarossa, para estar a tono con las circunstancias, consulté el mapa de carreteras y llegué al pueblo.


Así, de entrada, no me pareció un pueblo muy especial.   Apenas había unas cuantas casas, la iglesia de San Andreu  dominando el conjunto, calles solitarias… pero sin comercios, restaurantes de 200 tenedores, hoteles de 10 estrellas y un cometa, lujosos centros comerciales, campos de golf, piscinas, tiendas de carísimas marcas, concesionarios de coches de lujo, marisquerías y salas de espectáculos donde sus multimillonarios vecinos pasaran sus ratos de millonario ocio. Nada, no había nada que denunciara la riqueza de sus habitantes.


Al entrar en el pueblo empecé a preocuparme por encontrar aparcamiento, ya que imaginaba sus calles y plazas atestadas de coches. 


Pero resultó que no me encontré con ninguno, solo una par de furgonetas con más de quince años sobre sus ejes, tres Seat León, un Renault Megane y un par de Peugeot 206.
      Pero al fin, escuché un ruido detrás de mí y me volví pensando que me encontraría con un Mercedes SL 65 AMG (231.000 euros) o quizá un modesto Audi RS5 4.2 FSI (87.000 euros).

    

Pero no, resultó que me encontré con don Carles Puig i Calafel, un vecino del pueblo que, muy amable, contestó a mis preguntas diciendo que me dirigiera al ayuntamiento, a la calle Raval s/n, y hablara con don Valentí Riera Villaplana, el alcalde.
     Así que al ayuntamiento me dirigí imaginando que sería un edificio como el de la foto de abajo y que delante estaría aparcado el Roll-Royce Ghost de don Valentí (lo que pasa es que tengo demasiada imaginación).




Pues nada más lejos de la realidad. Don Valentí, en su modesto despacho, me explicó el misterio de la ecuación vecinos-coches, que era más sencilla y a la vez más surrealista de lo imaginado.
      La razón es que el impuesto sobre los vehículos en este pueblo cuesta entre 10 y 15 euros, es decir, diez veces menos que en Barcelona capital. Así diez empresas de renting han convertido a esta pequeña localidad en un peculiar paraíso fiscal, de forma totalmente legal. Y todo el mundo acude al pueblo para hacer en él los trámites y ahorrarse unos eurillos.



Don Valentí, de Convergencia i Unió, pertenece al grupo de alcaldes históricos, es decir: eternos, ya que fue elegido alcalde en las elecciones de 1979 y como las pilas de Duracell, dura y dura y dura… ya que de alcalde sigue.
     -Mire usted –me dijo el amable alcalde- cada ayuntamiento es libre de fijar las tarifas del impuesto, dentro de los márgenes que establece Hacienda. O sea, que todo es legal. Y por esta sencilla razón nuestro pueblo se ha hecho famoso.
     O sea que en el pueblo hay 60.000 coches virtuales, pero no tantos reales. Qué desilusión.

Breverismos automovilísticos

752)   EL PRIMER ATROPELLADO
Ante el primer muerto por atropello de automóvil a finales del siglo XIX en Nueva York, la prensa norteamericana, haciendo gala de una amplia visión de futuro, comentó: “Esperemos que sea el primero y último”.

 2874) DEMASIADO PARA MÍ
El cliente huyó despavorido del concesionario asegurarle el vendedor que no compraba un coche sino una bestia salvaje, un desafío insuperable, un motor que rugía como un león, una potente máquina devorakilómetros... 

3044)  SEMINUEVOS
El vendedor de coches usados quitó el cartel de “Coches de segunda mano” y puso uno que decía “Venta de coches seminuevos”. Aunque parezca mentira, empezó a vender muchos más.


Comentario

Ya que estaba el Aguilar de Segarra me compré, matriculé y saqué el permiso de circulación de un Bentley Continental GT Coupé V8 (193.000 euros). Pero a mi vuelta a Madrid el concesionario me lo ha quitado porque ni siquiera he podido pagar la primera letra.
     En fin… es muy duro salir del Paraíso y volver a pisar el asfalto.













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