sábado, 6 de abril de 2013

BREVERISMOS. SÁBADO 6 DE ABRIL DE 2013


Hoy he vuelto a Vaxholm, un pueblo costero con ínfulas de isla que está a unos 20 kilómetros de Estocolmo, en la lejana y fría Suecia… pero 20 km en línea recta sobre el mapa. Allí trabajé unos cuantos meses fregando platos en el restaurante Strand, allá por 1967. Y ahora he vuelto en busca de mi pasado imperfecto.



A Vaxholm se puede ir por carretera, pero dando un rodeo tremendo, y también por barco, que es la ruta más lógica (la señalada en el plano), más directa y, por supuesto, más bonita.



Estos son los barquitos que viajan continuamente entre Estocolmo y Vaxholm. Una vez en Vaxholm podréis admirar sus casas de madera construidas en el siglo XIX, pintadas en tonos pastel, características de la arquitectura  rural sueca.
     Si he venido a Suecia no ha sido para fregar platos, como podéis imaginar, sino para poner unas flores en la fuente de Orfeo de la Plaza Otörget, frente  al Palacio de Conciertos en memoria de mi amigo Ingmar Bergman. 
     Orfeo es la obra más representativa del escultor sueco Carl Milles que la esculpió en 1936. Y si he elegido este lugar para recordar al director cuyo recuerdo siempre estará con nosotros a través de su gran obra, es porque admiraba esta escultura. Y a él que le dedico tres Breverismos cinematográficos que, con su gran sentido del humor, disfrutará en la nube en la que viven los genios.


No dudéis que en esa nube estará filmando una nueva película


Breverismos cinematográficos.

2811) SIN DUCHA
Alquilé baratísima la casa en la que Alfred Hitchcock rodó Psicosis. Yo no soy miedoso… pero estuve todas las vacaciones sin ducharme.

1479)  CINE MUDO         
El Cine Mudo enmudeció al ver la primera película sonora.

1318)  QUÉ BELLO ES VIVIR
Aquellas navidades, después de ver en televisión la película Que bello es vivir lloró embargado por la emoción, ante el espectáculo de bondad, solidaridad, amistad y armonía familiar. El resto del año siguió siendo avaro, malvado, insolidario, antipático, enemistado con todos y maltratador de su familia… como siempre.
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De entre todas las obras maestras de Ingmar Bergman (3 oscar, 6 globos de oro, 3 premios en Cannes, entre ellos una Palma de Oro, un premio César francés, un Oso de Oro en Berlín y un León de Oro en Venecia… Casi nada) he elegido su última obra cinematográfica, su despedida del cine, que no del teatro. Y la elegida es Fanny y Alexander.




¡Que peliculón! Estrenada en 1982, Bergman nos ofrece la historia de dos hermanos que padecen la rígida educación luterana que el mismo director padeció. Una educación basada en el miedo, el sentido de culpa permanente, la represión, el sacrificio, el dolor y el temor a un Dios constantemente enojado… de donde se desprende que no hay religión buena. Y el que sepa de alguna que me lo diga.
     Sencillamente espectacular. Dividida en dos partes, presenta en la primera la vida de una familia feliz (perfecta la larga escena de la cena de navidad) cuya felicidad acaba precisamente cuando la estricta e hipócrita religión luterana se mete de por medio.
     Y aunque imagino que ya la habréis visto esta es una buena ocasión de volver a contemplar una obra de arte.


Mañana más de todo.







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