Esta mañana me ha pasado algo muy extraño: me
he asomado a la ventana de mi dormitorio y en lugar de ver el parque, con el
bloque de casas enfrente, me he encontrado con una maravillosa vista de Florencia, con el Duomo de fondo.
Convencido
de que aún no me había despertado, he optado por seguir soñando, porque, claro…
dónde vas a comparar.
Y
ya puesto, no me quedaba otra que recomendar hoy una gran película, bellísima
hasta empujarnos al Síndrome de Stendhal,
ese estado en el que cayó el poeta al visitar Florencia en 1817. Y aunque
imagino que todos conocéis los efectos de dicho síndrome ahí van, por si acaso.
También
llamado Síndrome de Florencia es un
estado psicosomático que aumenta el ritmo cardíaco, y causa vértigo, confusión,
temblores, palpitaciones y hasta alucinaciones cuando estamos expuestos a obras
de arte de gran belleza expuestas en gran número en un mismo y abarcable lugar.
Exactamente
lo que me pasa a mí –y perdonad la comparación- cuando en plena noche me visita
mi Hada Madrina, cuya imagen mostraba el pasado viernes. Pero al menos
–hablando de vulgaridades- mucho mejor que mi vecino, que sufrió Síndrome de
Stendhal visitando Fuenlabrada.
En fin, al turrón: que
hoy os recomiendo, influenciado por mi despertar, una película que ya todos
habréis visto pero que no por eso quita para que la contempléis otra vez, pues trata
de una bella historia de amor en una más bella Florencia.
Una habitación con vistas, dirigida
por el británico James Ivory –realizador
proclive a padecer el citado síndrome- y rodada en Florencia, se estrenó en
1986, con una Maggie Smith en estado
de gracia. Basada en el libro, espléndido, de E.M.Forster, que también recomiendo si queréis lectura tranquila,
sentimental y profunda. Y digo sentimental como muestra de lo que toca los
sentimientos, que a veces se desvirtúa el significado de esta palabra y hasta
se usa despectivamente.
Y
como en la película está presente la música del gran Giacomo Puccini, pues ahí va –extended los brazos para recibirla-
el aria O mio babbibo caro, de la
ópera Gianni Schicchi cantada por la
grandísima Kiri Te Kanawa (no
confundir babbino con bambino, ya que babbino significa
abuelito).
Tres minutos de música pura... a pesar de pequeñísimos saltos, ya que no he podido conseguir una grabación mejor. Mis disculpas.
Breverismos cinemátograficos, literarios y
musicales, que de todo eso habla el blog
4939) SINCERA OPINIÓN
El actor rogó a
sus amigos que le dieran su sincera opinión sobre su última actuación, advirtiendo,
eso sí, que si no le decían lo que él quería escuchar se atuvieran a las
consecuencias.
35) SUEÑOS TRANQUILOS
Al demostrar que
la realidad no existía el poeta pudo dormir tranquilo.
4988) BACH
Las Variaciones sobre un mismo tema eran tan
variadas que nadie dudó que Juan Sebastián Bach era un genio.
A ver si mañana me sale algo mas heavy.
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