Cuando en Europa estábamos en pleno periodo de
arte gótico en un país situado en África
occidental, en la zona del Golfo de Guinea, se creaba un arte original y distinto que, por su calidad, sería admirado en los
museos… de Europa y América.
Ese país, llamado Nigeria y en concreto en el reino de Benín, situado en el sureste del país, contaba con avanzados sistemas
de organización social y política en los siglos XV, XVI y XVII. El arte, de una
calidad extraordinaria, se centraba, sobre todo, en la escultura en bronce y
marfil y ya desde el siglo XIII adquirió un desarrollo comparable al de la
antigua Grecia o el Renacimiento por la perfección de su ejecución y las
depuradas técnicas de elaboración, talla y fundición, destacando sus
representaciones naturalistas en bronce, madera y marfil. Su Edad de Oro abarcó el siglo XV, marcando el estilo posterior.
Pero
todo terminó en los siglos XVII y XVIII cuando los europeos establecieron puertos
en la costa de Nigeria con la intención de “civilizar” a sus habitantes, cuando
lo que hicieron fue capturarlos para enviarlos como esclavos a las colonias
americanas.
Si bien los misioneros,
obsesionados con cristianizar a quienes no deseaban ni necesitaban ser
cristianizados, despreciaron el arte de aquel avanzado pueblo, fueron los militares
ingleses los primeros en valorarlo… para comenzar la rapiña con destino a sus
museos. Oficiales cultos se dieron cuenta de que aquel era un tesoro que había
que enseñar al mundo, y con tal pretexto lo robaron... que es lo que han hecho todos los países
colonialistas a lo largo de la
Historia.
Así,
los ingleses, tras incursiones de castigo en la región de Benín en 1897,
robaron la mayoría de los llamados Bronces
de Benín para sus museos, y para venderlos a museos como el Louvre o el Museo Etnológico de Berlín. También los alemanes -ladrones
disfrazados de arqueólogos- se sumaron a la rapiña a partir de 1910 (para qué
pagar por algo que podían robar directamente).
En
su hipocresía -tan british- el Museo Británico de Londres se defendió de las
críticas argumentando que así se conocería mejor el arte africano y la
cultura tribal de aquel lejano país… pero vendieron una parte importante de su
colección a Estados Unidos (criticamos a los estadounidenses, pero son los
únicos que han comprado todo lo que exhiben en sus museos, mientras que
franceses, ingleses y alemanes lo han robado).
Los expertos ingleses
explicaban, además, que “parecía imposible que personas tan primitivas y
salvajes hubieran podido crear un arte
tan perfecto y desarrollado”.
El
robo alcanzó tal magnitud que apenas si quedan 50 de estas piezas en Nigeria, mientras que en
los museos europeos y americanos y en colecciones privadas hay alrededor de 2.500.
Inglaterra, con 1037 piezas, es el país que más conserva. Desde la independencia
del país, en 1960, los distintos gobiernos nigerianos han reclamado constantemente la
devolución de su patrimonio artístico. Antes, en 1950, el Museo Británico, en un rasgo
típico de pirata que quiere quedar bien ante el mundo, vendió a Nigeria 30 piezas. Es decir, les vendió lo que era
suyo.
Los Bronces de Benín no solo son cabezas, sino también animales, copas, bajorrelieves, campanas, vasijas,
fragmentos de altares y objetos domésticos ricamente elaborados, si bien
destacan las cabezas y los bustos. Las representaciones humanas se exponían en
altares y en edificios comunales, así como profusamente en los palacios de sus reyes.
Cuando un rey o un
personaje importante moría se modelaba su cabeza para reproducirla en bronce
por el procedimiento de la cera perdida, ya que la mayoría de las piezas son
ejemplar único. Aunque no eran retratos individuales sino, como en el arte
egipcio, modelos que respondían a un patrón estilístico que iba variando con el
tiempo.
También
se conservan cabezas de marfil, aunque en menor número.
Escultura de marfil del
siglo XVI, expuesta en el Museo Metropolitano de Nueva York.
En
fin, no quiero alargar más este blog, así que espero que, aunque breve, os haya
interesado el tema elegido hoy.
Breverismos esculturales
329) EL DISCÓBOLO
La señora de la
limpieza del Museo de Arte Antiguo limpiaba con tanta pasión el Discóbolo de
Mirón, que consiguió que tuviera la erección más espectacular de su vida de
estatua.
2231) EL MÁS MODERNO
De tanto
estudiar a los antiguos se convirtió en el escultor más moderno.
2250) ESCULTURA
Un imbécil, cuyo
nombre no recuerdo, dijo: La escultura es
eso con lo que tropiezas en un museo cuando retrocedes para contemplar un
cuadro. Pero lo que no dijo es que aquella misma noche se le apareció
Fidias… y le partió la cara en tantos trozos como están rotas sus esculturas
del frontón del Partenón.
El lunes otro tema distinto, que para eso estamos.
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