OBSOLESCENCIA PROGRAMADA I
El Blogdiario de hoy va a contar una historia
ya conocida por todos vosotros, pero no por eso menos sangrante: la historia de
una estafa reiterada y consentida. Probablemente el timo más antiguo, de los
muchos que los sufridos e indefensos habitantes de este planeta -cada vez menos
azul y menos verde- padecemos, y que lleva el aparatoso nombre de OBSOLESCENCIA PROGRAMADA… o lo que es lo mismo:
FABRICADO PARA NO DURAR.
Esta bombilla tiene 112 años. Está encendida
permanentemente en el Parque de Bomberos de la ciudad estadounidense de
Livermore, en el estado de California, desde que allí la colocaron, en el año
1901. Solamente se apagó unas cuantas veces por accidentales cortes de luz, y
en el traslado del parque de bomberos a otro local, el año 1976. Allí volvió a
ser colocada y desde entonces permanece
encendida.
¿Un
milagro? No, puesto que los milagros no existen. Simplemente es una muestra
–convertida en reliquia- de cuando la industria hacia productos sin ánimo de
estafar a los consumidores.
El inventor estadounidense Thomas Alva Edison
mejoró, en 1879, el diseño de la lámpara incandescente con un filamento que
consiguiera la incandescencia suficiente para iluminar sin llegar a fundirse,
algo que consiguió desechando el metal y utilizando carbono para el filamento.
A partir de entonces se consiguió una bombilla prácticamente imperecedera, como
lo demuestra la del parque de bomberos.
Pero los fabricantes se preguntaron: Si hacemos una bombilla que no se
funde nunca… ¿dónde está el negocio?
Entonces es cuando
apareció la llamada Obsolescencia Programada, es decir, la reducción deliberada de la vida
de un producto para incrementar su consumo.
Y a pesar de que se sabía que patentes
industriales paralelas ofrecían bombillas con vida garantizada de 200.000
horas, decidieron acortar la vida de tan sencillo como genial invento,
aumentando así los beneficios.
Así
surgió también el concepto de clientela cautiva: como no puedes pasar sin tener una bombilla en casa,
cuando se estropee correrás a comprar una nueva. Y se fue rebajando su vida
útil hasta dejarla en 2.500 horas de vida garantizada.
Este anuncio aparecido en la revista “Madrid
Científico” ofrecía la lámpara de filamento metálico marca Z, 30 años después de que Edison vendiera su primera bombilla. Y
garantizaba una vida de 2.500 horas… al volver al filamento metálico más
proclive a fundirse con el propio calor generado.
Pero no acabó ahí la cosa, ya que a los fabricantes aún les pareció que
2.500 eran demasiadas horas… y decidieron rebajar su vida útil a 1.000, de tal
manera que a partir de entonces se empezó a conocer a la bombilla como "lámpara
de 1.000 horas". O sea: la estafa completa.
Recomendación de hoy
Recomiendo que veáis el documental Comprar, Tirar, Comprar de la realizadora Cosima Dannoritzer que os dejará con cara de ir en moto, además en
el asiento de atrás. Hay dos versiones largas de 52 y 77 minutos que podéis ver
en YouTube. Yo os ofrezco una reducida de 14 minutos que estoy seguro de que os
sorprenderá… y hasta indignará.
Mañana os ofreceré la segunda parte de este
apasionante tema, que no hay nada como enterarte de que te están estafando desde
que naciste.
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