El Ayuntamiento de Madrid, como no tiene otra
cosa que hacer –podría pagar las muchas deudas que tiene, por ejemplo- pues se
dedica a perder el tiempo cambiando estatuas de sitio. El otro día me dejó
perplejo la noticia de que el ayuntamiento iba a quitar de la Plaza de la Villa la estatua a don Álvaro de Bazán.
El fiero turco en Lepanto
En la tercera el francés
Y en todo el mar el inglés
Tuvieron al verme espanto.
Rey servido y Patria honrada
Dirán mejor quien he sido
Por la cruz de mi apellido
Y con la cruz de mi espada.
Os presento a doña Dolores, mi profesora de latín, más que nada para que me
digáis si merecía la pena la espera al pie de la estatua. Era más buena… Y muy
cariñosa. Además tenía mucha paciencia conmigo porque, distraído con otras
cosas que veía, me costaba centrarme en las declinaciones. Yo, por razones que
a la vista están, no la llamaba doña Dolores, sino Rosa, Rosae…
Pues bien, como iba diciendo, ahora resulta que el ayuntamiento de
Madrid quiere trasladar mi estatua al Cuartel general del Ejército, y poner en
su lugar la del adusto don Felipe II.
La estatua de don Felipe estaba al lado del Palacio Real,
en la plaza de la Almudena …
que no sé si será iglesia o catedral, porque yo de iglesias no entiendo pero de
verdad me gusta esa que te estás poniendo. Y ahora irá a parar a la Plaza de la Villa.
Así que, si
quiero volver a recordar mis esperas bajo la estatua de don Álvaro de Bazán,
tendré que ir al cuartel de Cibeles, aunque no sé yo, que a mí los militares…
Breverismos estatuarios
El escultor
estuvo esperando la inspiración hasta que, harto, se levantó y se puso a dar
martillazos a una piedra que era, precisamente, lo que más trabajo costaba.
5058) EL PENSADOR
Qué decepción
cuando Rodin me dijo que el modelo de El
Pensador sólo pensaba tonterías.
6300) VENTAJA
La ventaja del
escultor ciego es que tomaba las medidas de sus modelos femeninas al tacto.
Recomendación
de hoy
Como la cosa va de esculturas voy a recomendar una
película de Ken Rusell titulada El Mesías Salvaje.
Estrenada en 1972 cuenta la historia real del escultor
francés Henri Gaudier-Brzeska.
Nacido como Henri Gaudier conoció a Sophie
Brzeska, una mujer polaca residente en París, bohemia con inquietudes
artísticas a la que se unió, con gran escándalo de la mojigata sociedad
francesa de la época ya que ella era veinte años mayor que él. Pero fue tal la
pasión que sentía por ella que adoptó su apellido, uniéndolo al suyo, firmando
sus obras a partir de entonces como Henri Gaudier-Brzeska.
Epigramas epigrameros
Le dio a un mendigo Bartolo
un pantalón destrozado,
diciendo: -Puede que lo haya llevado
un par de veces tan solo.
-¿Dos veces? –dijo el pobrete.
Y dijo Bartolo: -Sí, -y contó con ambas manos
La primera… unos seis años…
y la otra lo menos siete.
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