Cuando leí la noticia no podía creerlo: Aguilar de Segarra es un pequeño pueblo
que está la Comunidad Autónoma de Cataluña, provincia de Barcelona, en el límite oriental, en la
comarca del Bages. Pues bien, Aguilar de Segarra tiene 250 habitantes, según el
censo de 2012 pero… 60.000 coches. Es decir, calculé, que cada vecino tiene…
¡¡240 coches!!
Entonces pensé: ¡Es el pueblo más rico del mundo! Ni los americanos, ni
los alemanes, ni la mismísima Merkel…
Y
allá me fui. Alquilé un modesto Ferrari Testarossa, para estar a tono con las
circunstancias, consulté el mapa de carreteras y llegué al pueblo.
Así, de entrada, no me pareció un pueblo muy
especial. Apenas había unas cuantas casas, la iglesia de
San Andreu dominando el conjunto, calles
solitarias… pero sin comercios, restaurantes de 200 tenedores, hoteles de 10
estrellas y un cometa, lujosos centros comerciales, campos de golf, piscinas, tiendas
de carísimas marcas, concesionarios de coches de lujo, marisquerías y salas de
espectáculos donde sus multimillonarios vecinos pasaran sus ratos de millonario
ocio. Nada, no había nada que denunciara la riqueza de sus habitantes.
Al entrar en el pueblo empecé a preocuparme por encontrar aparcamiento, ya que imaginaba sus calles y plazas atestadas de coches.
Pero resultó que no me encontré con ninguno, solo una par
de furgonetas con más de quince años sobre sus ejes, tres Seat León, un Renault
Megane y un par de Peugeot 206.
Pero al fin,
escuché un ruido detrás de mí y me volví pensando que me encontraría con un Mercedes
SL 65 AMG (231.000 euros) o quizá un modesto Audi RS5 4.2 FSI (87.000 euros).
Pero no, resultó que me encontré con don Carles Puig i
Calafel, un vecino del pueblo que, muy amable, contestó a mis preguntas
diciendo que me dirigiera al ayuntamiento, a la calle Raval s/n, y hablara con
don Valentí Riera Villaplana, el alcalde.
Así que al
ayuntamiento me dirigí imaginando que sería un edificio como el de la foto de abajo
y que delante estaría aparcado el Roll-Royce Ghost de don Valentí (lo que pasa
es que tengo demasiada imaginación).
Pues nada más lejos de la realidad. Don Valentí, en su
modesto despacho, me explicó el misterio de la ecuación vecinos-coches, que era
más sencilla y a la vez más surrealista de lo imaginado.
La razón es
que el impuesto sobre los vehículos en este pueblo cuesta entre 10 y 15 euros, es
decir, diez veces menos que en Barcelona capital. Así diez empresas de renting
han convertido a esta pequeña localidad en un peculiar paraíso fiscal, de forma
totalmente legal. Y todo el mundo acude al pueblo para hacer en él los trámites y ahorrarse unos eurillos.
Don Valentí, de Convergencia i Unió, pertenece al grupo de
alcaldes históricos, es decir: eternos, ya que fue elegido alcalde en las
elecciones de 1979 y como las pilas de Duracell, dura y dura y dura… ya que de
alcalde sigue.
-Mire usted –me
dijo el amable alcalde- cada ayuntamiento es libre de fijar las tarifas del
impuesto, dentro de los márgenes que establece Hacienda. O sea, que todo es
legal. Y por esta sencilla razón nuestro pueblo se ha hecho famoso.
O sea que en el
pueblo hay 60.000 coches virtuales, pero no tantos reales. Qué desilusión.
Breverismos automovilísticos
752)
EL PRIMER ATROPELLADO
Ante el primer
muerto por atropello de automóvil a finales del siglo XIX en Nueva York, la prensa
norteamericana, haciendo gala de una amplia visión de futuro, comentó:
“Esperemos que sea el primero y último”.
2874)
DEMASIADO PARA MÍ
El cliente huyó despavorido del concesionario asegurarle el
vendedor que no compraba un coche sino una bestia salvaje, un desafío insuperable, un motor que rugía como un león, una potente máquina devorakilómetros...
3044) SEMINUEVOS
El vendedor de
coches usados quitó el cartel de “Coches de segunda mano” y puso uno que decía
“Venta de coches seminuevos”. Aunque parezca mentira, empezó a vender muchos más.
Comentario
Ya que estaba el Aguilar de Segarra me compré, matriculé y saqué el permiso
de circulación de un Bentley Continental GT Coupé V8 (193.000 euros). Pero a mi
vuelta a Madrid el concesionario me lo ha quitado porque ni siquiera he podido
pagar la primera letra.
En fin… es muy
duro salir del Paraíso y volver a pisar el asfalto.
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