¡Aaaaaaaaaah,
el gin-tonic, qué gran invento!
Fue
inventado allá por el siglo XVIII por los ingleses en India, cuando este
inmenso país formaba parte del Imperio Colonial de su Graciosa Majestad
Británica, que de graciosa, precisamente, no tenía nada, porque aquellos que
entran en un país por las buenas para quedarse doscientos años no deben de ser
muy graciosos que digamos.
Existen varias versiones y hasta
leyendas acerca de como nació tan importante invento para la humanidad. La más extendida es que a los ingleses, que como todo el mundo sabe están medio
crudos, les atacaba el calor y enfermedades varias, sobre todo malaria, al
incorporarse a sus regimientos en la Colonia.
En
1783 un tal Johann Jacob Schweppe,
alemán residente en Suiza y en concreto en Ginebra (¡Vaya premonición!) inventó
un método para introducir burbujas de dióxido de carbono en el agua envasada en botellas. Así surgió
la compañía que llevaría su nombre, Schweppes, que se establecería en Londres.
En
cuanto a la aparición de la ginebra como acompañante de la tónica hay varias
versiones. Una dice que fue cuando los oficiales le
añadieron ginebra a la tónica para celebrar las victorias en sus batallas con algo más contundente. Otra versión es que añadieron ginebra a la tónica con el pretexto de que el alcohol reforzaría la
quinina, haciéndola más eficaz, dadas sus propiedades medicinales (y debe ser verdad porque mi tía Hortensia, para sus desarreglos intestinales,
problemas de la menstruación, cólicos y diversos males, aseguraba que lo mejor
era una copita de ginebra… y se pegaba unos lingotazos tremendos aprovechando
el pretexto). También se dice que empezaron a hacer la mezcla para
mejorar su sabor... o que se escogió la ginebra como homenaje al
lugar de residencia inicial del señor Schweppe, lo cual tiene su gracia.
Aparte
de su agradable sabor se considera al gin-tonic un magnífico digestivo que
acelera las digestiones pesadas. No se recomienda añadirle zumo de limón pues
el ácido cítrico hace que la mezcla pierda burbujas y, por lo tanto, su fuerza.
La mejor compañía es una piel de limón o lima o, como mucho, una rodajita de
limón.
Una
copa de gin-tonic tiene 33 calorías, lo cual tampoco es para tanto, señoras y
señores que cuidáis vuestra línea.
Ginebras hay
muchas, quizás demasiadas, pero yo en esta cuestión soy un clásico y sigo fiel
a la Beefeater
desde que tomé mi primer gin-tonic el día de mi Primera Comunión.
El gin-tonic
perfecto es el preparado en copa balón o vaso ancho previamente enfriado. Se
pone hielo hasta el borde del vaso sobre el que se echan los ingredientes que
se prefieran para aumentar el perfume, a saber: bayas de enebro, frutos
rojos, especias como canela o pimienta, o cardomomo, albahaca o romero para
aumentar su frescor. Pero todo esto es optativo. Después se escancia la ginebra, tras lo cual se añade la tónica. Y no se agita con
cucharilla para que no pierda fuerza.
Pero lo cierto es que la mezcla tradicional es perfecta y, a mi juicio, no necesita complementos o, como mucho, unas bayas de enebro. Y a beber, a beber y a brindar, queridos
seguidores y lectores.
Breverismos
2113) AGUA
Dos tercios de la superficie terrestre están
cubiertos de agua –leyó en el periódico. Y exclamó -¡Qué horror!... y se
sirvió otro gin-tonic.
3147) VER DOBLE
Al noveno gin-tonic empezó a ver doble, así que decidió irse a casa. Vio dos puertas de salida
del bar… y optó por salir por la que no era, con las imaginables consecuencias.
5019) GIN TÓNIC
CURATIVO
Los gin-tonic le
dañaron el hígado pero le curaron las heridas del alma. Y la verdad, puestos a
elegir…
Recomendación
de hoy
Recomiendo un libro que le viene
muy bien al tema, como es Bajo el volcán,
de Malcolm Lowry (1909-1957).
Publicado en 1947 dio pie a la película del mismo nombre dirigida por John Huston en 1984.
Películas de copas y bebedores
hay muchas. En un principio pensé en recomendaros Días de vino y rosas, dirigida en 1962 por Blake Edwards, o Leaving Las
Vegas, película de Mike Figgis
en 1994 con el insoportable y gesticulante Nicolas
Cage como exagerado alcohólico protagonista. Pero ambas son excesivamente dramáticas. Así que, ya
que en otro blog os recomendé Entre
copas, y como prefiero que lo paséis bien, he decidido recomendaros Choose
me (Elígeme) una buen película ambientada en un estupendo bar de copas.
Dirigida por Alan Rudolph en 1984
nos muestra a un grupo de personas que buscan desesperadamente el amor
consultando a la doctora Love y su consultorio radiofónico. Estupenda. Os gustará... o regustará, si ya la habéis visto, como imagino.
Información
complementaria
La ginebra inglesa toma su nombre
de los famosos Beefeaters, que son
los guardianes ceremoniales de la
Torre de Londres y los que cuidan de los cuervos que anidan
en ella desde el año 1475. Su cometido inicial era vigilar a los prisioneros
encerrados en la torre y guardar las joyas de la Corona Británica , si bien hoy
son solamente una atracción turística. Son miembros retirados del ejército británico.
Y aquí me tenéis en la época en que fui Beefeaters, más que nada por mimetismo con la ginebra. El
término Beefeater procede del inglés Beef
Eaters (comedores de carne) que se debería al hecho de que eran retribuidos
con carne de vaca, o un término peyorativo hacia aquellos que estaban muy bien
alimentados en comparación con la mayor parte de la población de Londres de épocas pasadas.
Cancionaza
Nada mejor que mi amiga Diana
Krall para acompañarnos mientras tomamos un buen gin-tonic, entre otras cosas
porque a ella le encantan. Tres minutos de puro jazz a toda orquesta, con una sección de trompetas impresionante. Os entusiasmará
Por
cierto, conocí en Nueva York a un diplomático que, gin-tonic en mano, me decía:
Quinito Quinito, los militares dan la vida por la Patria , pero los
diplomáticos damos el hígado.
Mañana
algo más corto, que se me ha vuelto a ir la tecla. Y a ser posible, más sobrio… ¡hipp!
Ebria me ha dejado el despliegue de hoy. Como muy bien sugería mi queridísimo Martín,parece que de esto sabes bastante. Así que he pensado que del departamento de Suprema- extrema-alegría etílica eres, sin ningún género de dudas, superextremoviceministro vitalicio.
ResponderEliminarNo hay competencia. (Yo me buscaré mi sección, o mejor ya que estás dentro hazme un hueco tú)
Propongo que el 19 de octubre del próximo año tomemos todos juntos un gin tonic en el hall del ministerio.
Ufff, qué mareo. Un café por favor.
Muchos besos
Isabel
Pues, ejem, un amigo común -y admirado pintor-, experto también en brebajes, suele comentar que él usa la Beefeater para limpiar los pinceles. Yo no quito ni pongo ministro que, como ya veis por mi avatar, soy un tierno infante y no he probado el alcohol todavía
ResponderEliminar¡Qué desperdicio! Usar la Beefeater como limpiapinceles habiendo aguarrás y Fairy. Y el año que viene puedo prometer y prometo, querida Isabel, querido Juanma, que tomaremos el famoso gin-tonic, bebida de dioses y de corazones desolados.
ResponderEliminarQuino
Vaya, me pido Diosa, donde va a parar.
EliminarIsabel
Gracias por esta nueva breve historia de la tónica y la ginebra, y por la recomendación de la peli Elígeme, que tengo que ver.
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