BREVERISMOS. VIERNES 1 DE NOVIEMBRE DE 2013

Hace cuatro días falleció mi amigo Lou Reed. He esperado estos cuatro días para asimilarlo, para aceptar que ha muerto el salvaje, el que nos aconsejaba caminar por la senda peligrosa, que ha devenido en senda normalita al ver cada día los peligros más sutiles que nos acechan. No tienes más que entrar en el banco más cercano o en cualquier ministerio o hablar por teléfono móvil o entrar en Google. En fin, peligros varios más peligrosos que darte un paseito por el infierno.

Lou Reed empezó, a principio de los años sesenta (no hay que olvidar que tenía 71 años) a caminar por toda senda que se preciara de ser peligrosa y fundó la ya mítica The Velvet Underground, el terciopelo subterráneo y misterioso que nos dio un montón de buenas canciones que eran el reverso de los dulzones y aparentemente rebeldes The Beatles. Fue lo que se llamó el rock alternativo cuando lo cierto es que era, sobre todo, música distinta. Y mientra eso pasaba en Nueva York, aquí, en el suelo patrio, este que huele a fritanga y a repollo, martirizaban nuestros oídos las folclóricas.

La portada de uno de sus más conocidos álbumes la dibujó el gran Andy Warhol, el pintor al que ya dedicaremos un monográfico al ser, junto a Lou Reed y unos cuantos nombres más, uno de los reyes de la contracultura estadounidense, ya sabéis, esa cultura generalmente mucho más cultural que la cultura oficial que nos meten a martillazos visuales y dialécticos.

Aquí tenéis a los dos amigos tomando unas copas, que es lo mejor que se puede tomar... después de tomar el aire.

 Pero el reconocimiento de su genio le llegaría en solitario a partir de su primer disco, el que lleva el título de Transformer, publicado en 1972. Este disco contenía un buen puñado de canciones, como Perfect day, pero lo cierto es que la que pasó a la historia de la música fue el quinto corte, el titulado Walk on the wild side, (Camina por la senda peligrosa) canción sencilla de melodía en la que apenas aparece el sonido del bajo, unos violines histéricos de fondo y la batería para acompañar la salmodia repetitiva del cantante que, además, contaba con la voz de David  Bowie en los coros. Pero -no nos dejemos engañar- con una letra sórdida situada en el polo opuesto a las de los demás cantantes de su época, que fue su sello personal. Letras que hablaban de drogas, chaperos, sexo, alcohol, travestís e inadaptados de todo tipo a los que trataba con ironía.  

Por cierto, aquí tenemos a Lou Reed y al andrógino-marciano David Bowie tomando otras copichuelas, que lo cierto es que no paraban de darle a todo lo que aportara alegría a sus cuerpos, antes de que Macarena nos lo recomendara. En realidad la Velvet y Lou Reed fueron los adelantados a su tiempo que allanaron el camino al Punk de Sid Vicius y compañía, que llegaría diez o doce años después.

          

Aquí tenéis su Walk on the wild side, cuatro minutos caminando de la mano de Lou Reed.

          Pero además de ésta nos ha dejado un puñado de buenas canciones, como Sweett Jane, Heroin (que no es precisamente Agustina de Aragón), Rock and Roll, Caroline says, Satellite of love y las ya citadas Perfect day y Walk on the wild side.

      Sin dejar nunca de componer actuó en dos formidables películas, apariciones breves que ahí quedan como muestra de su ácido humor: Tan lejos, tan cerca, de Win Weders en 1993, y Lulu on the bridge, dirigida por el escritor Paul Auster en 1998.

         Sus últimos álbumes fueron The Raven, en 2003, sobre un cuento de Edgar Allan Poe y Lulu con Metallica, en 2011.          

          

          Hoy no tengo cuerpo para publicar Breverismos. Y no será por número, porque os advierto que me quedan unos seis mil. Pero lo dejaré para el lunes.

          A sí que ya sabes: take a walk on the wild side, date de vez en cuando un buen paseo por la senda salvaje y peligrosa, ya verás que bien te viene.

          El lunes, a otra cosa. Feliz y peligroso fin de semana... y que la adrenalina os acompañe.