miércoles, 10 de julio de 2013

BREVERISMOS. 10 DE JULIO DE 2013

Hoy toca alegría de la mano de una mujer esplendida, de mi amiga Bebe.
¿No os ha pasado que de pronto, en cualquier lugar y en el momento menos esperado, escuchas una canción por primera vez y dices: ¡Esto es grande!?
         Pues eso es lo que me pasó con Bebe.



En el año 2004 volvía hacia Madrid con un amigo que hablaba sin parar –y eso que yo no soy mudo, precisamente- cuando en la radio del coche sonó una canción espectacular.
         Subí el volumen para apagar la perorata del que ni se inmutó ante la potencia y la originalidad de aquella mujer que cantaba a golpes. Mi amigo bajó el volumen, que para eso el coche era suyo y era él quien lo conducía. Y yo volví a subirlo. Y él a bajarlo. Hasta que opte por abandonar y escuchar la canción como mejor pude, antes de estrangular a mi amigo con el cordón de un zapato.

         En cuanto llegué a Madrid corrí a una tienda y compré el disco que llevaba el título de Pa fuera telarañas, editado en 2004.


Fue una revolución, un aldabonazo que resonó sobre la adocenada música de aquel año, del que se salvaba mi querido Joaquín Sabina. Pero ella era otra cosa. Era una mujer de 26 años que respiraba libertad por todos sus poros, dueña de unos ojos bellísimos y de un desparpajo espectacular. Porque no solo tenía una voz desgarrada y cazallera con un precioso acento extremeño, sino un cuerpo en el que llevaba marcadas todas las bendiciones de Zeus.
         Y aunque todos conoceréis la canción, pues aquí la pongo de nuevo pues no me canso de escucharla. El mejor homenaje, emocionado y sentido y por lo tanto de una sinceridad apabullante, que una canción ha hecho a las mujeres, a todas las mujeres.



También de 2004 es la canción Malo, muy distinta de la anterior aunque el tema siga siendo el mismo, de lo cual nos alegramos.



Por supuesto que tiene muchas más canciones, pero no tengo sitio en este blog para ponerlas. En 2009 nos ofreció su nuevo disco titulado Y… del que recomiendo Pa mi casa y La Bicha. Y en 2012 editó el magnifico Un pokito de rocanrol.
En 2006 me dio un gran disgusto, pues anunció su retirada temporal de la música. Al menos tuve ocasión de admirar sus espectaculares ojos y su cuerpazo en la película La educación de las hadas, del director José Luis Cuerda. Y también en Caótica Ana, de Julio Medem. Pero volvió para seguir dando guerra, que es lo suyo y lo que le agradecemos... aquí y en México, Venezuela, Argentina... en todos los países que recorre con su mensaje de mujer libre.

En fin, Bebe, que se te quiere y admira, mucho más que mucho, o sea: muchísimo. Y sobre todo ahí va un consejo que no necesitas: no cambies por nada del mundo.
Recibe todos los besos que me gustaría darte en persona.
Y ahí van unos Breverismos, para ti.  

Breverismos de amor, como no podía ser menos.

 147)  VEN
Creía que no había música más bella en el mundo que los Quintetos de Cuerda de Mozart… hasta que escuchó la voz de su amante que le decía Ven.

796)  LARGA ESPERA
En cuanto se vieron lo supieron. Así que, cuando se saludaron, después de la presentación de una amiga común, todos se sorprendieron (ellos no) cuando al besar sus mejillas se dijeron –él a ella, ella a él-:
-Por fin has llegado, creo que te esperaba desde hace cien años.

2190)  AMOR IMPOSIBLE
Se escribieron una triste carta de despedida en la que hablaban de sus imposibles: Otra mujer, otro marido, hijos de por medio, familias establecidas, ciudades y hasta costumbres e idiomas distintos... todo en contra, todo en contra, todo en contra...
-Es una locura, compréndelo, amor mío, tenemos que dejarlo –se decían uno al otro.
Pero cada carta que escribía ella, cada carta que escribía él, no hacía más que acercarlos aún más ya que los dos, sin sospecharlo, eran aficionados a caminar por la cuerda floja sin necesidad de red, seguros de que cada vez que cayeran, él, ella, la recogería, lo recogería, en sus brazos.
Así que las cartas fueron un estímulo más que, excitados, esperaban por lo menos una vez a la semana.

Mañana otra cosa, pero siempre con Bebe en el corazón.

















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