Este año
se cumple el cincuentenario de la publicación de un libro excepcional: Rayuela, obra del escritor, periodista
y traductor Julio Cortazar (1914-1984).
Argentino de corazón e idioma aunque nacido en Bélgica y nacionalizado francés,
siempre escribió en español si bien su libro, sus libros, fueron traducidos a
todos los idiomas cultos del planeta, especialmente Rayuela que se convirtió en
el libro referencia de una generación. Cortazar fue un autor original e innovador, maestro también del relato corto. Un escritor que
escapa a cualquier clasificación cuya obra avanza paralela al tiempo, también autor de relatos de
los que hablaremos en su momento, aunque os recuerdo que ya os había
recomendado su cuento largo titulado El
Perseguidor, sobre el gran saxofonista de jazz estadounidense Charlie Parker.
Leí
Rayuela con pasión, que es como hay que leer los libros que te enganchan desde
la primera página. Extraño, desconcertante y misterioso, Cortazar rompía con
todo lo establecido ya no solo por el tema –que también- sino porque la novela
podía leerse como todo libro clásico –de delante hacia atrás- pero también de
atrás hacia delante. Y no solo eso, sino también siguiendo un orden establecido
por el autor, que adjuntaba en el mismo libro una plantilla con los números de
los capítulos mezclados entre sí para que los leyeras saltando de uno a otro aparentemente sin orden
ni concierto, cuando lo cierto es que estaban muy bien seleccionados, ordenados
y concertados.
Además, todos estuvimos enamorados
de La Maga , su protagonista.
Esta es la portada de la edición
de Editorial Sudamericana, de 1963, que guardo en mi biblioteca como un tesoro
ajado por el paso de los años y las varias y manoseadas lecturas. Llegó a mis manos en 1968 y en mayo, cuando en París tirábamos
ejemplares de Rayuela a la policía, en lugar de piedras (sí, yo fui uno de los
3.758. 478 españoles que presumimos de haber estado en el llamado Mayo Francés…
pero yo de verdad, aunque eso es lo que dicen todos).
¡Aaaaah, qué placer! Allí estábamos,
en las barricadas, codo con codo, con miles de ejemplares de Rayuela preparados
para dispararlos contra la policía que, desconcertada, (a la policía en cuanto
le arrojas un libro a la cabeza no sabe qué hacer) no sabía si leerlos
(improbable) o retirarlos a patadas (más que probable).
Ahí estoy yo, como bien podréis
ver… bueno, la verdad es que bien, lo que se dice bien... que también es mala suerte poder pasar a la posteridad
revolucionaria y que el periódico que esgrimía mi amiga Mimí La Fontaine
me tape la cara. Pero en fin, prueba de mi presencia en el llamado Mayo del 68 sí que es. Además tenéis mi respetada palabra, que imagino que será suficiente. ¿Ah, no?
En fin...
Pedíamos lo imposible y, por
supuesto, no nos lo dieron… por la sencilla razón de que a quienes nada dan lo
que hay que hacer es quitárselo.
Me
dice un amigo -que como todos los que dicen que estuvieron en París en la fecha
citada, él tampoco estuvo- que soy un soñador, que ahora la juventud en lugar
de libros tiraría litronas. Y yo le contesto que ahí están mis amigos los Indignados para demostrar lo contrario.
En fin, al
turrón, que procuréis releer esta maravillosa novela por la que no pasa el
tiempo –al menos los cincuenta años que han pasado- y que aquellos que no la
hayan leído que lo hagan este año, buena ocasión para celebrar un gran
acontecimiento literario. Rayuela es un libro para leerlo despacio,
tranquilamente, sin prisas… ahora que la cultura de la inmediatez, del deprisa-deprisa
y del usar y tirar también ha llegado a la literatura.
Breverismos literarios
4166) ÉXITO AGOTADOR
El esfuerzo del
poeta por alcanzar el éxito fue tan agotador que cuando al fin lo consiguió no
tuvo fuerzas para disfrutarlo.
4172) INMEDIATEZ
Empujado por la
cultura de la inmediatez escribió sus Obras
Completas a los dieciséis años, su biografía a los dieciocho exigiendo airadamente,
además, el Premio Nobel a los veinte.
4190) RESUCITAR
Al ver que la
cultura de la ignorancia se abría paso a codazos, Cervantes y Shakespeare
decidieron resucitar, para ver si…
No podréis quejaros, que hoy el blog ha sido cortito. Mañana más.
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