Como
ayer se me fue la mano escritora en el Blog hoy os ofreceré uno breve. Y quiero
dedicar este breve Breverismo a un amor de juventud… qué digo de juventud: de
adolescencia… qué digo de adolescencia: de niñez.
A mi
inolvidable Françoise Hardy.
Corría
el año ya no quiero ni acordarme de 1962 cuando vi por primera vez a Françoise Hardy. Estábamos en París, en el
Boulevard de Saint Michel mi madre y yo esperando el autobús para volver a
casa. Habíamos ido al café Les Deux
Magots, a refutar unas cuantas tesis y antítesis con el filósofo de la
amargura, con el sabio y por lo tanto amargado Emil Cioran, cuando la
vi.
La reunión con el filósofo me dejó
un mal cuerpo que no lo arreglaba ni una docena de pastillas de Almax, entre
otras cosas porque en aquella época aún no existía (me refiero al Almax),
cuando los nubarrones negros que se cernían sobre mi atormentada frente se
desvanecieron, salió el sol de repente y los pajarillos empezaron a piar como
locos, es decir: apareció Ella, así,
con mayúscula y en negrita.
Abandoné los brazos de mi madre (tenía 2 años:
yo, no mi madre) y me lancé sobre Françoise apretándome contra sus cálidos
pechos de mujer de 18 años, con buenas e infantiles intenciones, por supuesto.
Y ella me arrulló con su melodiosa voz y me cantó al oído eso de Tous les garçons et les filles, su éxito
recién salido en disco.
Ah, que tiempos aquellos. Mi
madre no consiguió arrancarme de los brazos de Françoise… bueno, ni ella ni una
dotación entera de bomberos y de antidisturbios que acudieron en su ayuda. Por
fin, consciente de la imposibilidad de nuestra unión, me despegué de su cuerpo,
que dejó una huella imborrable sobre el mío que aún mantengo.
Veinticinco
años después volví a encontrármela cenando en La
Coupole.
Seguía igual de bella. Con 25
años más sobre su cuerpo, pero igual de bella, elegante y majestuosa. Seguía
cantando y disfrutando de las rentas de haber sido la primera cantante pop francesa
y una de las cantantes más conocidas en todo el continente. La mujer que
arrulló los sueños de miles de adolescentes precisamente cuando no podían
dormir pensando en ella, en fin…
Y
esta primavera, cuando menos lo esperaba, volví a encontrarla. Tropecé con ella
en el boulevard de Montparnasse esquina a Príncipe de Vergara. Y me dijo todo
lo que dice en la foto de abajo, ya que tengo una cámara que capta imágenes y
palabras en la misma instantánea.
Françoise se
había convertido en una mujer espléndida de 69 años por aquello de que quien
tuvo retuvo y guardó para la vejez. Y me volvió a cantar al oído Tout les garçons et les filles. Yo no me
atreví a apretujarme contra sus pechos, como había hecho 51 años antes, pero la
canción me trajo el recuerdo de una niñez feliz.
Tengo un amigo
que lleva muy mal, fatal, espantosamente mal el inexorable paso del tiempo y
que nunca me perdonará este blog por mostrar la decadencia de la Bella , pero en fin…
Aquí os
ofrezco la canción citada, por otra parte por todos conocida, con mucho gusto.
Os ofrezco “Tous les garçons et
les filles" cantado por Françoise Hardy... pero con dos pegas: la Primera es que en los primeros segundos de metraje tendréis que tener paciencia, pues el imbécil que hizo el videoclip (entes de que se llamara videoclip) se puso moderno y jugó con empañar la imagen. Y la Segunda es que está traducida a español con lo cual el texto, a veces, tapa parcialmente los preciosos labios de mi amiga. En fin...
Breverismos amorosos
6175) TRIÁNGULO-CUADRADO
El triángulo
amoroso se acabó al convertirse en cuadrado, es decir, en dos parejas. Pero
volvió la emoción al convertirse en pentágono.
6514) RECONSTRUCTOR
El constructor,
a pesar de su buen hacer, no pudo reconstruir sus sentimientos, tras descubrir que su amante le engañaba.
6566) INCREÍBLE
Aseguraba que su
historia de amor con Françoise Hardy fue increíble, y era cierto: nadie se la
creía.
Mañana, a otra cosa un poco más larga…
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