Decían los antiguos romanos que en la parte
occidental de su imperio había un país misterioso, húmedo, verde y plagado de
leyendas. Era la provincia romana llamada Gallaecia, allá en la lejana
Hispania, lugar misterioso plagado bosques misteriosos cuajados de castaños
milenarios, lugar y morada de brujas, trasgos, elfos, faunos, duendes y hadas…
y de leyendas que han llegado a nuestros días.
Durante la romanización, la Península fue dividida
en cinco provincias, pero la
Gallaecia solo lo fue de nombre para los políticos de Roma
porque lo cierto fue que cuando ya toda Hispania había sido sometida su
provincia más occidental aún resistía. Sobre los mapas Gallaecia se extendía
sobre parte de Asturias, León y parte del actual Portugal... y los romanos ambicionaban sus minas de oro y
sus tierras ricas en minerales.
Gallaecia
tejió oscuras leyendas que aterraron a las supersticiosas huestes romanas, de
tal manera que para hacer frente a dichas leyendas fue enviado a Hispania en el
año 137 a .
C. el pretor Décimo Junio Bruto.
Este es el busto del pretor, un tanto desmejorado.
Una
leyenda aseguraba que el se mojara o bebiera las aguas del río Limia perdería la memoria. El río nace
en el Monte Talariño, en Orense y recorre actualmente suelo gallego durante 41 kilómetros para
entrar en Portugal y desembocar en el Atlántico en Viana do Castelo. Pero en la
época de la que hablamos recorría en su totalidad la provincia de Gallaecia.
Los supersticiosos soldados
creían que era el río Lete de la
mitología romana a través del cual se cruzaba al Hades, que era la morada de los muertos, con lo cual el que lo
cruzara moriría o, en el mejor de los casos, perdería la memoria. El pretor, al
ver a sus legiones paralizadas por el miedo supersticioso, cruzó el río, se
mojó y bebió sus aguas. Y para demostrar que no había perdido la memoria desde
la otra orilla llamó a sus oficiales, uno a uno, por su nombre… amenazándoles
si no cruzaban el río tras él.
Al
ver a su pretor sano y salvo, y temerosos de sus amenazas las tropas cruzaron el río, terminando con la leyenda que aún hoy
día prevalece.
Los
romanos dejaron en Galicia dos monumentos muy especiales: un faro y una
creencia. El faro permanece y la creencia fue desbaratada en 1492 al
demostrarse que más allá del Fin de la Tierra había otras tierras.
La
punta más occidental del continente europeo es Finisterre, el Finis terrae
romano, el fin de la Tierra
conocida, allá donde comenzaba el océano inmenso. Fue un punto que atrajo la
atención de griegos y romanos por su peculiaridad geográfica. En el siglo I de
nuestra era el historiador Lucio Anneo
Floro cita que el citado Décimo Junio Bruto, tras pacificar en parte la
provincia de Gallaecia no quiso volver a Roma sin contemplar la puesta de sol
en Finisterrae. Y cuenta que no sin temor vio como el sol se precipitaba en el
mar y una llamarada salía de las aguas. Ya los romanos escribieron que en aquel
lugar encontraron altares antiguos dedicados al culto al sol (Ara solis)
Así
que, a pesar de que ya sabemos que más allá de Finisterre hay otros mundos,
cuando viajéis a Galicia siempre será una buena ocasión para contemplar una
puesta de sol en ese mágico lugar. A mí me lo enseñó mi muy querida amiga Mariluz Antequera Congregado, una
artista que un día partió hacia el sol que se ponía allá en la línea del
horizonte.
El
que si resiste el paso del tiempo es el
Faro Romano de La Coruña ,
conocido por todos como La Torre de Hércules.
Era
el faro que los romanos construyeron en el punto más occidental de su imperio.
Lo construyó Cayo Servio Lupo en el
siglo I de nuestra era, entre los reinados de Nerón y Vespasiano, siendo el
único faro romano que, dos mil años después, sigue desempeñando la función para
la que fue construido. El faro es el superviviente de una serie de
construcciones que jalonaban la peligrosa Costa de la Muerte , donde se encuentra.
La
leyenda cuenta que el gigante Gerión, rey
de Brigantium, imponía a sus vasallos costosos impuestos. Atemorizados, los
habitantes de esta costa pidieron ayuda a Hércules,
que acudió en su ayuda, retó al gigante en duelo y lo mató, librando a sus
vasallos de su opresión. Hércules enterró al gigante a la orilla del mar y
coronó su tumba con una gran antorcha, origen del faro que llevaría su nombre. Después
edificó una ciudad, y la primera mujer que entró en ella se llamaba Cruña, que de ahí el nombre de Coruña. Y aunque todo sea leyenda no
deja de ser una bonita historia.
Por su parte la Historia nos dice que en
el año 61 a .C.
Julio César atraído por la riqueza mineral de la zona recaló en esta costa creando
el puerto de Brigantium, al que posteriormente se añadiría el faro. La Torre de Hércules fue también
fortificación y torre de vigilancia ante las invasiones vikingas. Las crónicas
medievales también hablan de su doble uso como fortificación para fines
defensivos y puesto de observación, lo que contribuyó a salvarlo del abandono y
la ruina.
Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2009. Y ahí
sigue, resistiendo al viento y a las olas que, cuando el mar se enfurece, y se
enfurece mucho, icen que intentan llegar hasta él para apagar su luz.
Breverismos
1094) FIN DEL MUNDO
Me instalé en un
hotel de Finisterre con el único fin de tener una habitación con una ventana al
fin del mundo.
1168) REALIDAD RECIÉN
NACIDA
El Mito y la Leyenda tuvieron una hija
fea, vulgar, maleducada y agresiva a la que llamaron Realidad.
413) LA NINFA Y EL
OGRO
El hada se lo
dijo al elfo, el elfo al duende, el duende al fauno, el fauno a la nereida y la
nereida a la ondina que se sumergió para contárselo al Genio del Río, al hijo
desheredado de Neptuno que vivía en lo más profundo de las verdes aguas del río
que cruzaba el bosque, allá donde no llegaba la luz del día.
Y el Genio del
Río, ante la noticia inesperada: ¡La Ninfa y el Ogro se han
enamorado!, salió de la oscuridad por primera vez en su vida para
contemplar, desde la orilla, junto a todos los habitantes del bosque, cómo la
pareja, debajo del castaño que tenía mil años, se comía a besos.
Mañana más.
Magnífica exposición. ¡Qué pena que no sea presencial!
ResponderEliminarVes?, A veces lo de "si breve dos veces bueno" no es verdad. No deberíamos perder algunas buenas costumbres. (Séneca con su túnica y otros escuchando)
Estupendo, aunque tampoco siempre es verdad, el Breverismo La realidad recién nacida.
Gracias
Un beso
Isabel
De acuerdo con lo de estupenda exposición, que dan ganas de ir enmediatamente a Galicia para cruzar el río del olvido a ver si olvido unas cuantas cosas olvidables que no olvido ni a tiros. Qué bien cruzar un río y adios recuerdos. Y si, lo de la Realidad es cierto, pero me gusta mas lo de la ninfa y el ogro comiéndose a besos. Que cosas se le ocurren a este Quino, verdad.
ResponderEliminarJosé