Hace un par de blogs comentaba que hacía mucho tiempo que tenía la
idea e intención de dedicarle alguno a las fotografías que los pintores David Hockney y Andy Warhol hicieron con una cámara Polaroid. Ambos utilizaron
cámaras polaroid para muchas de sus obras. Es decir, fotografías únicas que
reflejan un instante irrepetible, porque eso es el futuro: el segundo
siguiente.
Así que, aprovechando
el 65º cumpleaños de la cámara Polaroid y su sorprendente instantaneidad
hablaremos hoy de la obra fotográfica, cámara Polaroid en mano, del pintor
inglés David Hockney, nacido en 1937
e inmerso hoy en la creación de enormes paisajes pintados con casi chirriantes
colores a los que dedicaremos, en su día, otro blog.
Hockney, pintor, ilustrador, dibujante y
escenógrafo, está considerado como la gran figura del Pop Art británico. En sus
primeros trabajos, en los primeros años 60, hacía valiente gala de su
homosexualidad, en una época en que nadie se atrevía a salir del armario.
Obras que destacaban por su especial realismo como lo demuestra en el conocido retrato de sus
padres en el que, partiendo del tema de retrato en familia, coloca a sus
modelos de una forma nueva y original.
En 1962 visitó Nueva York disfrutando de
la amistad y protección del gran Andy Warhol, para establecerse después en la
soleada California para olvidar el cielo constantemente gris y las brumas de Londres.
Inspirado en el buen clima de Los
Ángeles y alrededores pasó a pintar su famosa serie de piscinas, como mejor
ejemplo de la vida al sol y al aire libre, tan distinta a su primera etapa en
Inglaterra.
Aunque también pintó
originales retratos de sus adinerados clientes, coleccionistas de arte, ante sus posesiones.
Empezó a
experimentar con su cámara Polaroid hacia la mitad de la década de los 60, pero
fue a partir de 1976, a
su vuelta a Los Ángeles tras una prolongada estancia en París y de viajes en
Italia y Alemania, cuando empieza a trabajar intensamente con la fotografía.
Este es un retrato que
podría calificarse de deconstruido, palabra de moda actualmente. Es la madre
del artista. El retrato esta elaborado con fotografías Polaroid, creando una
imagen rota que, sin embargo refleja perfectamente la fisonomía y personalidad
de la modelo retratada.
Este procedimiento,
copiado después por otros artistas y aficionados hasta la saciedad, supuso en
su momento una explosión de originalidad, al presentar un nuevo y original enfoque
fotográfico de la realidad.
Destacan en este
procedimiento los retratos de amigos y clientes de Hockney, más o menos deformados pero siempre originales y, sobre todo, reconocibles.
Pero también paisajes,
como este de la plaza Furstenberg de
París que Hockney hizo en el año 1985. Esta plaza, recoleta, íntima, pequeña, con apenas espacio para dos árboles, parece un decorado de ópera. Me
impresionó por su equilibrada sencillez en contraste con los apabullantes
monumentos de la ciudad.Entré en ella por primera vez allá por 1980. Y
siempre que vuelvo a París la visito.
Por cierto, la escena final de la
maravillosa película de Scorsese titulada
La edad de la inocencia, termina con
una emotiva escena en esta plaza, cuando Daniel
Day-Lewis ve tras una de sus ventanas a su amada Michelle Pfeiffer… y no se atreve a dar el paso adelante.
También son muy
apreciados y conocidos los paisajes no solo de la soleada California, sino
también los del duro y desértico interior del país, como el del stop de esta
carretera, uno de los más conocidos. Está elaborado con cientos de fotografías
del mismo tamaño que, como piezas de un gigantesco puzzle nos muestran una
nueva visión de la carretera.
En fin, espero que os
haya gustado este paseo fotográfico. Otro día os mostraré la obra fotográfica del tercer miembro del club Polaroid: Andy Warhol.
Recomendación: en el improbable caso de que aún no hayáis visto La edad de la inocencia, os recomiendo
encarecidamente que lo hagáis. Un muestrario de amor y pasión, y un fresco de
la alta sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX. Un peliculón.
Breverismos pintureros
29) EL PINTOR MÁS
MODERNO
Obsesionado con
ser el Pintor Más Moderno del Mundo, se suicidó al no poder soportar la
realidad: lo que más le satisfacía intelectualmente era pintar bodegones
realistas al más puro estilo del siglo XVIII.
157) VENGANZA DE
PINTOR
El pintor, para
vengarse de la modelo que detestaba, alargó sus poses ante el lienzo hasta
llegar a la número 365… sin saber que ella, exhibicionista, posaba encantada de
estar desnuda.
322) EL PINTOR
DOMINGUERO
En vista de que
el éxito como pintor le empezaba a sonreír pidió la excedencia como funcionario
de un siniestro ministerio. Alquiló un gran estudio, compró los mejores
materiales de trabajo y se volcó al cien por cien en su arte, feliz de tener
todas las horas del día a su disposición… para comprobar angustiado que ahora
que nada se interponía entre él y el arte que tanto amaba, le faltaba la
inspiración. Y ante el lienzo en blanco, paralizado, angustiado, recordó la
alegría que le invadía cuando los domingos -después de una agotadora semana de
absurdo trabajo- pintaba hasta el agotamiento durante diez horas seguidas en
cualquier rincón de su casa.
Mañana jueves, otro tema.
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