Último capítulo dedicado a los tatuajes.
Hemos visto los bellos
y elaborados tatuajes japoneses y los austeros y geométricos maoríes. Hoy le
toca el turno a los tatuajes tribales -pues tribus salvajes son- de las
llamadas maras, los grupos de
delincuentes que operan en Centroamérica y América latina, así como en Estados
Unidos. Aquí, de momento, nos libramos de su presencia, a pesar de que alevines
de esos descerebrados ya han llegado hasta nosotros.
Parece
ser que nacieron en El Salvador en la década de los ochenta, exportando pronto
su influencia al dedicarse al lucrativo negocio de la extorsión, el asesinato
por encargo, el asalto, el secuestro y el tráfico y venta de armas. La
característica clave de sus componentes es que utilizan el tatuaje para
distinguir el clan, tribu o mara al que pertenecen. Sin imaginar, en su
inteligencia, que al ser tan fácilmente reconocibles, facilitan la labor de la
policía. No creo que el tipo que aparece arriba o debajo de este texto pueda
disimular diciendo que es neurocirujano, inspector de Hacienda, profesor o farmaceútico.
Se
calcula que las maras están
compuestas por más de 80.000 miembros, y que extienden su siniestra influencia,
sobre todo, por Guatemala, El Salvador y Honduras, si bien nacieron en Los Ángeles,
California, a través de emigrantes salvadoreños en esa ciudad.
Al
tatuarse con orgullo el rostro nunca podrán dejar de pertenecer al clan. La Mara Salvatrucha es la
más famosa y potente. No tienen un líder identificable, ya que actúan como
grupos independientes que se mueven por un mismo fin, pero son fieles sin fisuras a su clan.
Sus
componentes utilizan sus propios tatuajes y sus gestos para identificarse como
pertenecientes al clan, con sus propias leyes, fines y comportamiento. Pero la
policía no tiene más que mirarlos a la cara –y nunca mejor dicho- para
identificarlos.
Los
componentes de las maras pueden ser
fácilmente reconocibles, además de por los inequívocos tatuajes, por la vestimenta,
el modo de caminar, el limitadísimo lenguaje oral y las señas con las manos.
Los tatuajes son expresión de su fidelidad a tal o cual grupo, y señas de
identidad propios.
La
fotógrafa española Isabel Muñoz
–Premio World Press Photo por dos veces- tuvo el valor de entrar en cárceles salvadoreñas para retratar a
presos componentes de las maras. Con la ayuda del padre salesiano
José Moratalla, que se dedica a la misión imposible de rehabilitar mareros, consiguió entrar en tres
establecimientos penitenciarios… y salir, que fue lo más importante.
Sus
fotografías, de bella factura e impecable técnica, han dado la vuelta al mundo
a través de exposiciones en galerías y museos. Una de ellas se pudo ver en
Madrid en 2007 (y ya va siendo hora de que hagan otra). Actualmente sus fotos
no podían faltar en la exposición sobre el tatuaje que se celebra en París, y
de la que informé en el primero de los tres blogs de esta serie.
Las fotografías de
Isabel Muñoz. Siempre en blanco y negro y de gran tamaño, son imágenes que se
centran en el cuerpo humano, siendo conocidas sus series de toreros y
bailarinas, a las que, más adelante, dedicaremos otro blog.
En fin, con la
obra de Isabel Muñoz -barcelonesa de nacimiento pero madrileña de adopción- despedimos esta serie que imagino que os habrá interesado. Y ahí os dejo la inquietante foto de un marero que se exhibe el la expo de París, casi nada... el angelito.
Breverismos tatuados sobre la pantalla
7238) PARA SIEMPRE
Te
amaré toda la vida, se tatuó en un brazo… sin imaginar que toda la vida
serían solamente dos semanas.
7239) DESMEMORIADO
Te quiero Lola, o Rosa, o Carmen, o
Matilde… se tatuó en un brazo, al no
recordar cómo se llamaba la mujer de la
que se había enamorado locamente la noche anterior. El tatuaje le quedó francamente ridículo, y
la mujer, se llamara como se llamase, indignada, rompió con él al verlo.
7240) OVEJA TATUADA
El
señor es mi pastor, nada me faltará… se tatuó en una pata la oveja comilona e interesada.
La vida loca
es una película que trata sobre el tema expuesto en el blog… y que no sé si
recomendar o no. Yo no la he visto y tampoco creo que la vea, pero, en fin, ahí
está para quien le interese.
Mañana cambiamos de tercio.
Lo que recomiendas es un documental que hizo el periodista hispano-frances Cristian Poveda y que termino con su vida.
ResponderEliminarPara que nos vamos a engañar si no estas de subida mejor ver una Noche en la Opera. Pero es un retrato de la situación desesperada de los países de centro América y el poco valor que sigue teniendo la vida humana allí.
Pues nada, santiago, que no lo veo, que ya no está uno para sufrir pues sabes que, como siempre digo: a este valle de lágrimas hemos venido a llorar lo menos posible.
ResponderEliminarY puesto a elegir me quedo con los Hermanos Marx y con Woody Allen, dónde vas a comparar. Y allá los mareros si se quieren tatuar el paladar o el higado.
Un abrazo.
Quino
Di que si, hermoso, a cada uno lo suyo. Y si esos retrasados se quieren tatuar el escroto derecho allá ellos ya que el cerebro ya lo tienen tatuado. Te seguimos Alicia y yo, ya sabes, tus enfermeras favoritas auque escribamos poco. Pero ya sabes que la lluvia inglesa aplana.
ResponderEliminarTe queremos.
Concha y Alicia
Muy bien Concha. Yo añado una buena patada en el tatuaje del escroto, que ahí duele, pues como varón sin tatuar en semejante parte ni en niguna otra lo certifico y rubrico y todo lo demás.
ResponderEliminarMuchos abrazos para todos, que esta Quinopedia, como bien dice Santiago Robledo va a más y cada día enseña, informa y sorprende.
Martín
Algunos blog son como imanes que atren comentarios, y este es uno. Perfecta la triple información sobre los tatuajes. Y bienvenidas las enfermeras que trabajan en Inglaterra.
ResponderEliminarEn fin, como tú dices, tú, a lo tuyo, que es lo nuestro y lo que queremos
Carlos
Gracias por vuestroa elogios, tan cariñosos como siempre. Y gracias por aparecer de nuevo, que ya sabéis que vuestros comentarios siempre son bien recibidos. Y no se os ocurra tatuaros un escroto, o los dos, ni tú nada visible o invisible, querida Concha.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
Quino
Estupendo el tridocumento de la Quinopedia. A mí me parece que eso tiene que doler y además no me gustan los tatuajes. Pero…..inquieta como soy, me he comprado un número ingente, que solo podrían leer los matemáticos, de lápices de ojos y me estoy haciendo un vestido monísimo para este verano en tonos morados. Oye y tan apañado que me está quedando. Esto es ir a cuerpo.
ResponderEliminarUn beso
Isabel