Hablar a estas alturas de Las mil y una noches sería absurdo, puesto que es una obra de la Literatura Universal
sobradamente conocida. Pero sí contaré un par de cosas quizá no tan conocidas
que seguro que os interesarán. Como, por ejemplo, que dos de sus cuentos más
conocidos, Aladino y la lámpara
maravillosa y Alí Babá y los 40
ladrones, fueron añadidos siglos después de que el libro fuera escrito,
divulgado, traducido y leído por millones de lectores de este universo mundo en
el que habitamos.
Las mil
y una noches (alf layla wa-layla
en árabe) es una recopilación medieval de cuentos populares orientales
traducidos y escritos en una sola lengua, el árabe, por Abu Abd-Allah Muhammad el-Gahshigar, a finales del siglo IX. Se
trata de historias muy populares que circulaban por Persia, Irak, Afganistán y
otros países del área que describían, de forma exótica y fantástica, leyendas
populares e historias de Persia, India, Siria y hasta China.
En realidad son
relatos que surgen el uno dentro del otro, con orden de continuidad, si bien la
historia común que los une es la de Scheherezade…
que no es una historia de las antiguas, sino que aparece en el siglo XIV.
Y
la historia es la siguiente (que aunque ya la conocéis, la recuerdo, por si
acaso): el sultán de Persia, Schariar,
fuera de sí al descubrir que su esposa lo engaña, desconfía de todas las
mujeres, seguro de que acabarán siéndole infieles. Y ordena a su visir que le
proporcione una mujer cada noche, pero que sea decapitada al día siguiente
antes de que tenga la posibilidad de engañarlo. Este es el siniestro destino de
varias mujeres… hasta que llega Scheherezade, la hija del visir, que le propone
al rey entretener el encuentro contándole un cuento.
Pero
Scheherezade no termina su relato y se ofrece a continuarlo a la noche
siguiente. El sultán, interesado por el cuento, perdona la vida de la cuentista
y la cita para la siguiente noche. Y tras ese cuento llegó otro, y otro, hasta
completar mil historias que cautivan al sultán que perdona la vida de
Scheherezade, se enamora, se casa con ella y, en fin, fueron felices gracias a
la imaginación de la ya convertida en sultana.
Este
es el núcleo central de la obra, ya que cada una de las noches corresponde a un
cuento.
Los
cuentos son muy diferentes ya que incluyen historia de amor, relatos eróticos, tragedias,
relatos cómicos, poemas, leyendas, religión, costumbres… pero sobre todo una
gran fantasía que los hace atractivos. Así que no es de extrañar que el sultán
estuviera impaciente por oír una nueva historia cada noche.
Pero
lo sorprendente al enfrentarnos hoy a la obra es descubrir –como adelantaba al
comienzo- que dos de sus cuentos más populares y divulgados -Aladino y la lámpara maravillosa y Alí Babá y los 40 ladrones- fueron
añadidos en el siglo XVIII por el francés Antoine
Galland que, según él, los escuchó en el zoco de Alepo, en Siria.
Desde
entonces se han publicado cientos de ediciones en todos los idiomas, siendo la
francesa la primera en aparecer en Europa, editada en 12 tomos entre 1704 y
1717. También destaca la edición inglesa
del erudito, diplomático y aventurero Richard
F. Burton, que apareció en 1885. En ella, y a pesar del puritanismo de la
época victoriana, aparece el texto con toda su carga erótica, que muchas veces
se censura, sobre todo en las ediciones juveniles.
Es
España se hicieron buenas ediciones, traducidas del francés, como la de Blasco Ibáñez. Si bien destaca una
edición ilustrada por José Segrelles que
fue la más popular. En esta edición, el ilustrador imita la caligrafía árabe
para escribir la portada y las capitulares.
Las
mil y una noches ha sido llevada al cine en muchas ocasiones, tantas, que me
limitaré a recomendar la versión de Pier
Paolo Pasolini, estrenada en 1974.
En
el extremo contrario a la peli de Pasolini está la versión infantil, edulcorada
y empalagosa cuan torrija, de Walt Disney, que lo
cierto es que el libro da para mucho.
Pero
fue en el ballet donde la historia de Scheherezade
encontró su verdadera dimensión. El exotismo del tema, junto a la belleza de joyas y ropajes aportó al ballet una nueva vida, ya que estaba encasillado excesivamente en el clásico tutú. La historia de Scheherezade en los montajes de los Ballets Rusos de Serge Diaguilev, estrenada en 1910 con música de Rimski-Korsakov, tuvo un éxito sin precedentes, unido al escándado de puritanos y seguidores del ballet clásico.
Desde
entonces se sigue representando tal y como se concibió en su primera versión.
Aquí
tenéis un breve fragmento de dicho ballet. 9 minutos de buen ballet y buena música
Breverismos
1331) PROMESA DEL
BALLET
Era la promesa
del Ballet Nacional Bolsoy de Moscú. Pero a los 18 años comenzó a engordar hasta
llegar a pesar 140 kilos. Aunque en un primer momento creyó arruinada su
carrera, hoy es una estrella: Yuri, la foca bailarina del Cirque du Soleil.
1854) ATAQUE DE
PÁNICO
Un ataque de
pánico lo apartó definitivamente de los escenarios el primer día de su estreno
como bailarín de ballet. Y nadie lo lamentó. Ni siquiera él: era el peor bailarín del mundo,
aunque él creyera lo contrario.
5916) LA BELLA Y LA BESTIA
Habréis observado que no he dicho nada del 14 de abril, ya que de ese tema hablará todo el mundo. Mañana
algo más breve, que hoy…
Sigue aumentando y encantando la Quino-pedia.
ResponderEliminarGracias Quino
Hombre, me ha gustado eso de la Quinopedia... y con datos contrastados, que conste.
ResponderEliminarUn abrazo
Quino