A veces un suceso extraordinario dispara la
popularidad y hasta la fama de una obra de arte, lo mismo que pasa con personas
y lugares. ¿Quién había oído hablar de Fukushima antes del tsunami? Es más,
¿quién sabía lo que era un tsunami antes de que el primer tsunami arrasara las costas
de ya no me acuerdo qué paises? ¿Quién había oído hablar de Bárcenas antes de
que se convirtiera en el chorizo mayor del reino? Pues bien, con las obras de
arte pasa algo parecido.
Una
obra de arte está tan tranquila en su museo y de pronto, un suceso
extraordinario provoca que todo el mundo se fije en ella. Y si antes era una
obra más exhibida en tal o cual museo, ahora el público acude para verla
exclusivamente a ella, haciendo kilométricas colas y contemplándola allá, tras
un mar de cabezas.
Eso
es lo que le pasó a la obra de Leonardo
da Vinci, conocida como La Gioconda (La Alegre ), así llamada por su
sonrisa. Aunque puede suponerse que fue llamada de tal manera porque era la
esposa de Bartolomeo de Giocondo. En
cuanto al segundo nombre por el que se la conoce: Mona Lisa, surge al ser Mona,
señora en italiano antiguo y Lisa al
llamarse la modelo Lisa Gherardini,
es decir Señora Lisa.
El cuadro, pintado por
Leonardo entre 1503 y 1519, es un óleo sobre tabla que representa a una mujer
con una discreta sonrisa, pero tampoco tan alegre como para que así se titulara
el cuadro. Fue adquirido por el rey Francisco
I de Francia a principios del siglo XVI. Actualmente se exhibe en el Museo
del Louvre en París.
El
cuadro colgaba en las paredes del museo como un cuadro más de los muchos que se
exhiben, tal como muestra esta fotografía de principios de siglo, colgado entre
dos obras de mayor tamaño y con un copista delante.
Pero
todo cambió el 21 de agosto de 1911, cuando Vincenzo Perugia robó el cuadro, convirtiéndolo así, gracias a la
publicidad engendrada, en el cuadro más famoso de la pintura occidental y en el
retrato más conocido y visitado del mundo.
Perugia,
exempleado del museo, vistiendo su antiguo uniforme, se llevó el cuadro
aprovechándose de que en aquella época las medidas de seguridad eran casi
inexistentes.
Lo más sorprendente es
que a partir de su desaparición, de la cual la prensa dio extensa información,
las visitas a la sala en la que colgaba La Gioconda aumentaron, ya que acudían… ¡¡para ver
el hueco que el cuadro había dejado en la pared!!
Finalmente Perugia fue
detenido y la pintura fue recuperada dos años y ciento once días después de su
desaparición. El ladrón intentó vendérsela al director de la Galeria de los Uffici, en Florencia, que
denunció al ladrón. Después Perugia alegó que la robó para devolverla a Italia,
la patria natural del cuadro.
El
cuadro volvió al Louvre, siendo recibida por sus directivos y por los políticos
de a época que, como los de ahora, siempre estaban prestos para salir en la
foto.
Y La Gioconda volvió a ser
expuesta entre grandes medidas de seguridad ya que desde su regreso, se
convirtió en la estrella del museo.
Hoy,
103 años después del robo, su fama sigue imperecedera y el museo se aprovecha
bien de ella, puesto que según sus propias informaciones, un gran número de
visitantes solamente entra en el museo –previo pago de entrada- con el solo
objeto de ver el cuadro. Y ahí la tenéis, resguardada de toda agresión humana…
pero tan distante que ha perdido toda capacidad de producir la emoción, seducción
y admiración para la que fue creada. En fin…
La
primera fue la del francés Marcel Duchamp
que, en 1919, sobre una postal del cuadro pintó le pintó bigote y perilla,
titulando su versión L.H.O.O.Q.
homófono francés de la frase Elle a
chaud au cul (Ella tiene el culo
caliente, aunque también puede traducirse como Ella está excitada sexualmente).
Salvador Dalí también hizo su propia
interpretación, representándose él mismo como Giocondo bigotudo.
Andy Warhol la utilizó como modelos
para una de sus celebres repeticiones serigrafiadas sobre lienzo.
Y
hasta en Los Simpson ha aparecido,
que hasta a Leonardo le haría gracia si la viera.
Breverismos pictóricos
3559) ROBO ARTÍSTICO
Peruggia lo robó en 1911. Así que estoy
pensando que si robo
el cuadro de ciervos que tiene mi suegra encima del sofá, a lo mejor lo revalorizo.
6610) GIOCONDA
Era tal la
cantidad de turistas delante del cuadro de la Gioconda que el Louvre
decidió poner al lado un enorme televisor con la imagen del cuadro ampliada
tres veces su tamaño. El éxito fue espectacular, porque claro, dónde vas a
comparar…
6721) GIOCONDO
Bartolomeo de
Giocondo, el marido de la
Gioconda , vendió el retrato porque no la podía ver ni en
pintura.
Mañana
miércoles más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario