Se llamaba Joseph
Merrick, pero fue conocido como El
Hombre Elefante. Famoso en el Londres de la época victoriana volvió a
resucitar de la mano del director de cine David
Linch gracias a su película El
Hombre Elefante, estrenada en 1980.
Joseph Merrick (1862-1890) se hizo
famoso debido a las malformaciones sufridas desde su nacimiento, al padecer el Síndrome de Proteus. El síndrome es una
enfermedad congénita así llamada por el dios griego Proteo, que podía cambiar de forma. Causa un desarrollo
descontrolado de los huesos, músculos, tejido adiposo y de la piel que afecta a
diferentes partes del cuerpo, de las cuales unas crecen más que otras. Es,
afortunadamente, muy raro, y solo se han confirmado 200 casos en todo el mundo
desde que hay estudios científicos fiables.
El primer caso
documentado fue el del citado Joseph Merrick. Esta fotografía y la anterior fueron tomadas en
1886, en la última y más tranquila etapa de su vida.
A
pesar de su terrible deformación Merrick tenía un carácter sosegado y dulce, y una
inteligencia por encima de la media. Asimilaba rápidamente gestos y palabras de
cortesía y buena educación, lo que le llevó a relacionarse con la alta sociedad
londinense en la etapa final de su vida, ya que la mayor parte de su vida fue
muy dura.
Cuando
salía a la calle se cubría con una capucha que le daba un aspecto inquietante y
que provocaba sorpresa y temor en quienes se cruzaban en su camino. Las continuas humillaciones, a medida que se hacían más
patentes los síntomas de su enfermedad, lo fueron aislando del mundo. Sus
padres y sus dos hermanos eran completamente normales y lentamente Joseph
empezó a notar el rechazo que su presencia provocaba en el hogar. A la edad de
quince años se escapó de casa convirtiéndose en vendedor ambulante y durmiendo
en la calle, hasta que fue recogido por un tío suyo, más comprensivo que su
familia directa. Pero finalmente también se fue de su casa para internarse
voluntariamente en distintos asilos para no depender así de la caridad de
familiares.
Esta es la fotografía de su cráneo y del
esqueleto completo que la
Ciencia ha conservado en el Royal London Hospital.
Los
médicos intentaron varias operaciones para tratar de aminorar los signos del
síndrome, sin éxito, con lo cual Merrick desistió y decidió ganarse la vida
como atracción de feria. A los veinte años fue contratado y así recorrió
Inglaterra de feria en feria, ya como El Hombre Elefante que, en su barraca, se
exhibía ante el público que pagaba por ello.
En
Londres conoció al médico Frederick
Trevis, experto en enfermedades deformantes, que se interesó por su
situación, ofreciéndole ayuda. Pero Merrick siguió exhibiéndose y se trasladó
al continente para realizar una gira de dos años. En Bélgica rompió con su promotor,
que lo abandonó a su suerte, con lo cual regresó a Inglaterra para acudir de
nuevo al doctor Trevis, que lo acogió en su hospital. Para su mantenimiento se
organizó una colecta pública que fue un éxito. Merrick, arropado por el doctor
y una sociedad que encontró en él el desahogo de su mala conciencia, pasó sus
últimos años de vida tranquilo, protegido y en paz, dedicándose a la lectura de
novelas románticas, sus preferidas, y a la escritura de sus aventuras.
Alentado
por el doctor Trevis consintió en recibir visitas de quienes lo protegían con
su influencia y su dinero, las cuales se quedaban sorprendidas de su sensibilidad
y su exquisita educación. De entre las personalidades que lo visitaban hizo especial
amistad con la Princesa
de Gales.
Merrick murió el 11 de
abril de 1890, a
la edad de 27 años. Fue encontrado muerto en su lecho, tumbado boca arriba, lo
que provocó su asfixia, ya que por el tamaño de su cabeza y la poca capacidad
respiratoria tenía que dormir sentado. Este dato llevó a sospechar que quizá tumbarse boca arriba
fuese un acto deliberado de suicidio.
En
1980 se estrenó la película El Hombre
Elefante, del director David Linch,
que rescató así su figura después de tantos años de olvido. John Hurt fue el protagonista en el
papel más difícil de su vida, según declaró, algo que tras ver la película no
nos extraña. Y Anthony Hopkins dio vida el
médico que lo rescató.
La
recomiendo vivamente, si es que no la habéis visto, ya que es una obra de arte.
Breverismos
médicos
364) MÍNIMA INVASIÓN
A pesar del
avanzado grado de perfección de las revolucionarias técnicas quirúrgicas
denominadas de Mínima Invasión, la invasión fue tan mínima que la operación no
sirvió de nada.
490) CIRUGÍAS
La cirugía de Mínima Invasión lo invadió todo de tal manera que tuvieron que utilizar cirugía de Máxima Invasión para arreglar el desaguisado.
678) NUEVA ENFERMEDAD
Los laboratorios
se apresuraron en crear una nueva enfermedad en cuanto se descubrió la eficaz
vacuna que protegía de la enfermedad
anterior.
Mañana atacaremos
otro tema, el que sea, que no sé.
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