Hoy dedico el Blogdiario a un formidable
personaje de cuento de toda la vida: el inmortal Pinocho, que apareció en Italia en 1883 escrito por Marco Collodio y dibujado por Enrico
Mazzanti.
La
historia está influenciada por la alquimia, dicen los expertos, por la ilusión científica de crear vida. Así Gepetto
sería el alquimista y el muñeco de madera dotado de vida su creación: el homúnculo
soñado por todo alquimista, un niño de madera en este caso.
En España tenemos el caso de Juanelo Turriano, el ingeniero e inventor italo-español que llegó a España como relojero de la corte de Carlos I. Vivió cincuenta años en Toledo, desde 1534 hasta 1585, donde consiguió el sueño de construir un robot de madera, el llamado Hombre de Palo, que recorría la calle caminando tras su inventor, para pasmo de los habitantes de la ciudad. Fue tal su fama que aún hoy en Toledo se recuerda la calle en la que habitó con el nombre de Calle del Hombre de Palo.
Pero volviendo a Pinocho, bajo estas líneas os ofrezco el cartel publicitario de la primera edición del cuento, en 1883.
Esta
claro que sería muy fácil hacer comentarios acerca de la posibilidad de que les
creciera la nariz a los políticos mentirosos. Pero no voy a perder el tiempo
con ellos puesto que todos sabemos que sus narices crecen día a día sin
necesidad de que yo lo diga, que no hay más que leer la prensa o ver los
telediarios.
Walt Dysney popularizó la figura de Pinocho. Y así ha llegado
a nosotros, tanto en su imagen con la nariz normal…
Como con su
imagen con la nariz creciendo y creciendo a medida que decía mentiras.
Breverismos
837) PINOCHO
1
Pinocho experimentó tan
formidable erección nasal que desde entonces se convirtió en mentiroso
impenitente.
845) PINOCHO
2
A Gepetto, que vivía tan
tranquilo en su taller de carpintería, no se le ocurrió otro disparate que
fabricarse un hijo… y encima de madera: se acabó la tranquilidad, que el cuento
lo demuestra.
847) PINOCHO
3
Pinocho, harto de que Pepito
Grillo se erigiera por su cuenta en la molesta
voz de su conciencia, entró en la droguería y compró un buen
insecticida.
Recomendación de
hoy:
Hoy recomiendo nada menos que tres películas
y una canción… ya que las mentiras, por abundantes, dan mucho juego.
La
primera es Pinocho, la película que
todos vimos en nuestra infancia. Aunque es una edulcorada versión made in Walt
Disney tiene su punto. Y, sobre todo, no es tan cursi como otras muchas del mismo autor. Con todo, es la representación de la mentira más universalmente
divulgada.
La segunda película de hoy es La vida
de Nadie. Dirigida por Eduard Cortés se estrenó en 2002 y narra una historia real: la vida del francés Jean-Claude Romand que engañó durante años a su familia y amigos mediante una vida tan paralela como falsa. Sin ser una gran película sí que es un buen ejemplo de mentiroso absoluto.
La tercera película es, con diferencia,
la mejor.
Se titula: Sexo,
mentiras y cintas de vídeo. Estrenada en 1989 fue la primera película del
director Steven Soderbergh,
rodada cuando tenía 26 años. Relato de miserias humanas y muestrario de
mentiras se convertiría en película de
culto, antes de que su autor alcanzara la fama con películas más comerciales
pero igualmente impecables, como la trilogía de los casinos de Ocean´s 11, 12 y 13.
Fue premiado con el Oscar
al Mejor Director en el año 2000 por la espléndida Traffic.
Y la canción, como no podía ser menos, es la titulada Mentiras
Piadosas, obra del gran, grandísimo Joaquín Sabina.
Canción que, además, aquí os ofrezco con la letra incluida, por si hay alguien -que lo dudo- que aún no la conozca.
Comentario: A sí pues, y después de leído lo leído: a mentir, que son dos días.
Si todos
mienten, por qué no mentir también nosotros. Así pues mintamos ya que estamos en un
país de mentirosos. Y si a quienes todos sabemos –no se merecen ni que los
nombre- no les avergüenza hacerlo, me imagino que acabaríamos con la misma pátina
protectora que ellos. Y a lo mejor hasta nos beneficiaba.
Finalmente,
ahí va una frase del dramaturgo francés Jules
Renard dedicado a los políticos de su país… y es de suponer que a los de
otros muchos países:
De vez en cuando di una verdad, para que te sigan creyendo
cuando mientas.
Mañana más, o no, o ya veremos.
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